Y cuando me vea allí de pie con mi voluminoso vestido negro, sé que el echarme a temblar va a ser inevitable. Tanto como pensar en ti, en él, o en ellas... y sé que eso me va a dar fuerza para empezar a hablar.
No me voy a fundir con la niebla que vaya dejando ella. No cambié para eso.
Ese día, yo también hablaré.
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