A veces me acuerdo de él, de cuando yo se lo robo y me bebo la mitad, y me anima pensar que puedo prepararme uno exactamente igual.
Lo preparo en mi casa, aunque no tengo ni los vasos geniales de Car ni a Sabela, pero, no sé por qué, no sabe igual.
Me lo bebo intentando recordar el sabor a delicia robada.
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