jueves, 13 de enero de 2011

Me acuerdo de que te gustaba cómo escribía.

Habías sido un admirador de mi sensibilidad a través de los años. Lo habías sido desde que hablábamos con miradas, desde aquella época en que jamás habíamos cruzado más de una, o dos palabras.
Ahora te echo de menos, la verdad. Escucho una canción que me roza la arteria aorta y pienso que tú te estremecerías conmigo, escuchándola, con cada giro de la música, con esa magia que ninguno de los dos sabíamos explicar con palabras. Tu hablabas de gráficas en el espacio tiempo, de sensaciones flotantes, de la emoción en vilo; yo hablaba de arte. Nos entendíamos. Nos entendíamos demasiado bien.
Pero, aquello no iba a durar para siempre, ¿verdad? Fue increíblemente fácil para ti sustituirme por otra amiga cualquiera. Alguien que te hiciera querer parar el tiempo para que aquella conversación se hiciera eterna. Alguien en quien confiar, que te demostrara que aun existes...
que no vives solo en su teatro de marionetas, mentiras y farsas.
Me acuerdo de cuánto te gustaba cómo escribía, me pregunto qué pensarías si pudieras leer esto ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario