domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Queréis saber por qué esa rosa acabó así?

Pues, veréis. Un día un hombre horrible la besó cuatro veces y ella no sintió nada.
Desde entonces se volvió loca de dolor en el interior de una celda de insensación.
Atrapada en una racionalidad muy poco sana, en su mente, donde todo era como ella pensaba y sentía, donde estaban él y sus besos.
Así que le dio la espalda al negro para siempre, porque aquel hombre horrible simbolizaba lo más oscuro del universo..
Desde entonces, le daba miedo.
Y así, rota de dolor, dejó de golpear los barrotes de su jaula y se dedicó a vivir bailando dentro.
Sí, en el pequeño espacio que tenía. Su mente lo transformaba en el más amplio campo.
Y si tenía su mente, ya nada importaba.
Solo ella, y su demencia.
Porque, ¿sabeis?, el arte y la demencia son los únicos pases que te llevarán a donde quieras.
Y ella se agarró a los dos. Porque cuando amas algo, es difícil dejarlo pasar.
Se agarró al arte, por que lo amaba.
Al final, la locura vino con él.

Su rosa negra

Me incorporé de golpe, mareándome unos instantes… Seguía allí. Suspiré, casi inaudiblemente. Claro que seguía allí. Consciente de su presencia a mi lado, me recosté de nuevo, despacio, para no despertarle. Me acomodé de nuevo a su lado, y aguardé. No quería que me viera. No quería que me retuviera, otra vez. Porque si se despertaba, no me dejaría marchar. Por supuesto que no lo haría.

Me entretuve imaginando que corría, su mirada torturada en mi espalda, mi nombre resonando en la distancia… eso era imposible. Él no sabía mi nombre. Contuve la risa, asustada, y aguardé con los ojos muy abiertos a que su respiración se volviera constante… lenta… profunda.

Sintiendo los latidos de mi corazón en la garganta, me incorporé de nuevo, esta vez despacio, y sentí como su mano resbalaba de mi cintura. Me pareció que se removía en sueños, y en seguida noté el pánico en mi estómago. No había nada de que preocuparse, me dije. Nunca se despertaba. El latigazo que produjeron los recuerdos en mi mente me convenció para salir de allí. Debía darme prisa. Me deslicé fuera de la cama de sábanas blancas, ya vestida, como recordaba haberme dormido, y de blanco. Atravesé la estancia silenciosamente, y después de la tortura que supuso para mí observarle, atravesé la puerta, con siniestra determinación.

Huí de mi vida.

El pelo negro, más bien largo, desparramado sobre la almohada, el rostro, tan, tan pálido, reproduciendo unas facciones tan hermosas como elegantes, respiración lenta y pausada, el torso desnudo semi cubierto por una sábana de blanco inmaculado, un brazo extendido hacia donde debía estar yo… Su recuerdo parecía estar clavándome algo en el pecho, y finalmente, no pude resistirme a un último vistazo. Me asomé al marco de la puerta, casi con miedo. La apariencia serena de sus facciones fue suficiente para calmarme… y un inesperado movimiento hacia mi imagen en la cama, intentando atraparme en su abrazo, suficiente para espantarme de allí.

Siendo lo más cuidadosa posible con el ruido, y sintiendo que se me empañaban los ojos, huí de la casa. Mi pelo ocultó una última vez la lágrima solitaria al pasillo oscuro, con un movimiento de cabeza. Me las ingenié para no derramar más, no se cómo.

Empujé la puerta, e irrumpí de golpe en la penumbra anterior al amanecer. Eché a andar, cautelosa en un principio, sin importarme nada más. Poco a poco, la determinación de la huída fue guiando mis pasos. Atravesaba las desiertas calles de París vestida con mi fino vestido blanco, perdida en mis recuerdos. De pronto tuve frío, y eché de menos sus cálidos brazos rodeándome… el puñal de angustia volvía a hacer presión en mi pecho, e intenté no pensar.

El amanecer acechaba a la noche. Los jardines que atravesaba parecían despiertos, sin embargo. En el más hermoso silencio. Recuerdos extrañamente borrosos, y peligrosamente cercanos asaltaban mi mente. Nuestros recuerdos…

Le había conocido entonces, sí, aquel día. Cuando ocurrió aquello se alegraron por mí. Merecía ser feliz, decían. A partir de entonces, extrañas coincidencias nos habían llevado a aceptar lo inevitable. ¿Inevitable? Coincidencias, y cada una más sorprendente que la anterior… ¿Coincidencias? La sonrisa amarga surcó mi rostro, en las calles de París. Más imágenes nublaron mis pensamientos, risas cristalinas, una figura hermosa y distante…

Hubo momentos en que perdí el control, y puede que dejara escapar algún grito. Pese a todo, seguí mi camino. Era consciente de a dónde me dirigía, y, sí, lo cierto es que tenía la seguridad, y tal vez la esperanza, de que alguien más también lo supiera.

No podía evitar la despedida. Las gotas de rocío que surcaban la negrura me impedían pensar. Mi rostro reflejaba una serenidad que no sentía, y que era, a la vez, la expresión que más podía acercarse a los turbulentos pensamientos que atravesaban mi mente: la inexpresión. Ignoré todas las sinuosas sombras que me asaltaban entre tanto verde. Como ya he dicho, instantes puntuales me obligaron a desahogarme. Muy puntuales. Recuerdos y sensaciones que creía ya olvidadas sobrepasaban mi voluntad de vez en cuando. Ah, los recuerdos…

Ya no me sentía capaz de más dudas, y poco a poco, mi mundo se fue rompiendo. No era cuestión de sus sentimientos, ¿o sí lo era?, cualesquiera que fuesen. Era cuestión de los míos. Yo era la cuestión.

Me engañaba a mi misma, y lo sabía, el miedo era lo único que me empujaba hacia la torre, y también lo sabía…

Negaba lo único que era cierto, lo único de lo que podía estar minimamente segura, era lo único sincero, verdadero y hermoso que podía afirmar, pero yo lo negaba…

Miedo, un miedo tan intenso como lo era el terror. Ese “miedo” a las arañas que mucha gente afirma sentir, el mismo “pánico” a las alturas que domina a muchas personas. No. No saben nada. Un miedo mucho más profundo de lo que ninguna persona cuerda pueda sentir. Cuerda, esa era la cuestión.

El caos más absoluto y habitual reinaba en mi mente, y, abrazándome el torso en un gesto instintivo, fui silenciándolo, con la mirada perdida en la nada. Me encontré de pronto ante la afamada torre, grande e imponente, a lo lejos. Avancé hacia él. Por fin le veía. En actitud despreocupada, apoyado contra una de las enormes bases, con la ropa del día anterior, como yo. Aquella imagen me hizo daño. Su figura fue tomando mayor detalle conforme me yo me acercaba, con pasos vacilantes. Me detuve, por fin, a cierta distancia. La escena casi me recordó a los paseos por el amanecer de otra ciudad. Pero aparté aquellos recuerdos de mi mente, con cuidado. Sería mejor no pensar, me recordé. Un escalofrío me recorrió entera cuando avanzó hacia mí. Yo también di algunos pasos, titubeante. Me fijé en que su rostro transmitía preocupación, tras aquella máscara inexpresiva. Su mirada se clavaba en mi, haciéndome sentir muy, muy culpable. Tenía el ceño ligeramente fruncido hacia la ceja derecha, como tantas otras veces. Solo que no parecía el de aquellas veces. Aquel Will estaba empezando a inquietarme mucho.

-Hola.- Me sentí obligada a decir. Mi voz me sonó culpable.

-¿Por qué lo has hecho? - Sus palabras parecían querer escaparse de su boca, e intentó disculpar el tono mordaz con una mirada intensa. Yo aparté la mía, dolida.

-¿Qué por qué?- Musité.

- Si. Por qué. Por qué te levantaste en plena noche…

- Está amaneciendo.

- Te fuiste, no dejaste ni una nota, ni…- El volumen de sus palabras iba aumentando conforme hablaba.

- William.- Le avisé, amenazadora y suplicante a la vez.

- ¡Ni un mensaje! Simplemente desapareces. ¿Te das cuenta de lo que sentí al despertarme, de lo que…? - Se calló, sospecho que frustrado. Me atreví a mirarle.- Porque eso era lo que querías, ¿verdad? - Continuó, con palabras teñidas de amargura. Esas palabras, y todo lo que implicaban, hicieron que me quedara sin aire, de pronto. Me giré bruscamente, y las rodillas me fallaron… sentí como me desplomaba sobre mi misma… me abracé las rodillas, sollozando, balanceándome lentamente adelante y atrás… otra vez la opresión desgarradora en mi pecho. Noté que se acuclillaba ante mí, e intenté contener mis sollozos, pero aquello me hacía más daño, así que hundí la cabeza en las rodillas, e intenté imaginarme que estaba sola. Nada tendría que haber sido así, pensé. Podría continuar viviendo en mi mundo de blancura, podría no haberle conocido a él. Podría haber huido del negro, como siempre hacía. Podría…

Cuando me di cuenta, él me acunaba contra su pecho, de nuevo… y tarareaba algo con su hermosa voz de ángel.

-Eh… - Susurró.- no… no…- Ahora su voz reflejaba una ternura más que infinita. Me gustó el cambio.- No era mi intención… ya sabes que… yo… te quiero.

Tuvo paciencia hasta que me calmé.

-Mientras me quieras, yo estaré aquí, siempre que quieras, siempre…-Me hizo levantar la cabeza, con una mano en mi barbilla.- Porque yo puedo entenderte, ¿verdad? Claro que puedo. Pero solo si tú me dejas. - Volvió a estrecharme muy fuerte.- Estaba tan preocupado… tenía tanto miedo… - Su voz se convirtió en un suave arrullo, y finalmente, el silencio nos envolvió a ambos. Aguardó a que yo comprendiera sus palabras, acariciando mi pelo oscuro y largo.

-Vale.- Dije al final, bajito.- Prometo… prometo que seré buena.

Él se rió, aliviado, pero su voz todavía reflejaba nerviosismo.

-Nos vamos a casa.- Anunció, poniéndose en pie, y cargando conmigo. Él, vestido de negro, y yo, con mi vestido blanco, delante de la afamada Torre Eiffel. Supuse que sería una bonita estampa. Sonreí también, cerrando los ojos. Me concentré. Aquello era lo que me convencía de que estaba con él. Nada, simplemente, mi mente estaba en calma. Los abrí de nuevo, y me asusté, porque su rostro estaba muy cerca, pero su mirada de acuarela verde y madera oscura me tranquilizó al instante, y también me puso muy nerviosa. Cerré los ojos justo a tiempo, y dejé que sus labios presionaran los míos un breve instante. Luego, aparté la cara. Se rió de mí, y continuó avanzando hacia los oscuros jardines. Los enormes árboles, que formaban un enorme arco sobre nuestras cabezas, componían una bonita senda, minuciosamente arreglada, con flores a sus pies, o pequeños arbustos. Aquello no me gustaba en absoluto. Todo parecía demasiado perfecto y organizado para ser natural. Y además, era verde. Will me llevaba, caminando despacio por el centro del recto paseo. Todavía nos mirábamos, pero, al empezar a sentir una intensidad sospechosa en su mirada, yo aparté la mía, y lo volví a mirar, cautelosa. Sonrió para si, y levantó la vista. Fue entonces cuando lo vimos. Entonces, en cuanto los dos levantamos la mirada, descubrimos el rosal. El enorme rosal que se extendía a lo largo de los laterales de la senda, interminable. Rosas del más intenso rojo lo poblaban en su mayoría. En su mayoría. Porque entonces ya la habíamos visto. La única diferente.

La rosa negra. Tan hermosa e inquietante que me produjo un escalofrío, primero, y una sensación de fascinación, después.

- Es… negra.- Susurré

Él se había quedado muy quieto observando las rosas. Seguí su mirada, intentando averiguar qué era lo que pasaba por su mente.

-¿Negra?- Le oí sorprenderse. Realmente era una flor muy rara. Pero la sensación que estaba experimentando, algo parecido a cuando te reconoces en un espejo, me impedía sentir otra cosa que no fuera atracción… una alarmante atracción. Algo me decía que por nada del mundo me acercara, que aquella rosa no era normal. Sin embargo, me revolví entre sus brazos para que me bajara. Lo hizo, y yo corrí hasta el rosal, sintiendo la llamada de la rosa, la silenciosa llamada de la inmóvil rosa negra, extendí una mano, que rozó sus pétalos…

Sus firmes y delicadas manos me sujetaron la cintura desde atrás, para alzarme en vilo, pero yo llevé una mano a la suya, en señal de aviso. Por alguna razón, me hizo caso, y se limitó a deslizar sus manos bajo mi pecho y estrecharme contra su cuerpo.

- Tienes que comer más, estás muy delgada.- Me regañó. Pero yo no le escuchaba. Solo tenía ojos para la rosa de pétalos negros, con finas gotas de rocío adornando su superficie. “Es como tú.” Pensé en decirle. - No es negra.- Añadió, en voz más baja.- Es roja, como las demás. Vámonos a casa.- Añadió, suplicante, intuyendo lo que se avecinaba.

- ¿No es… negra?- Comprendí que él no podía verla. Porque estaba en mi mente, claro. Como tantas otras cosas. Dejé caer mi mano extendida hacia la rosa, y me giré con brusquedad, deshaciéndome de sus brazos.

- Eh…- Me llamó, entonces. Sonreía, y señaló hacia el rosal con un movimiento de cabeza, hundiendo las manos en los bolsillos del ceñido pantalón.- ¿Por qué no buscamos una?- Le miré, interrogante. Aquello no me gustaba, sonreía demasiado. - Una negra, claro.- Le dejé acercarse a mí unos pocos pasos. Le miré con desconfianza, pero no había previsto lo que sucedió a continuación. En un movimiento rápido, una de sus manos se aferró a mi mejilla, y me obligó a levantar la cabeza. Tardé algún tiempo en poder respirar de nuevo, pero su figura se pegó a la mía y no me permitió escapar. Me besó de nuevo, insistentemente.

- ¿No quieres una rosa? ¿No es cierto que la quieres?- Preguntó con fiereza, a escasos centímetros de mis labios. - Pues yo quiero otra cosa, pequeña. - Sus labios ardían. Mi mirada irradiaba terror. Quise decirle tantas cosas, quise gritar, quise explicarle por qué una rosa negra, por qué él, que era decir lo mismo, quise que me entendiera, a mí, a la chica de blanco… que había aprendido a amar la oscuridad. Quise que me quisiera, y me odié a mi misma por desearlo. Deseé tantas cosas… pero solo pude responder sus besos apasionados y dejar que sus manos jugaran en mi cintura… él lo leía todo en mi mirada.

- Me quieres.- Afirmó, clavándome una mirada de fuego. - Me quieres… - Repetía, persiguiendo cada paso que yo conseguía retroceder. Mi mano se disparó sola. Impactó contra su mejilla sonoramente, y yo rompí a llorar. En ese momento le vi marcharse para siempre de mi vida; para siempre. Pero de pronto algo me cortó la respiración, y descubrí que era su cuerpo abrazando el mío… y mis manos, inseguras primero, y desesperadas después, se aferraron a su espalda como nunca habían hecho. Sí, era cierto. Le amaba… y tenía que admitirlo. Lloré, más fuerte y durante más tiempo que nunca, intentando transmitirle que lo sentía, que no podía liberarle de mi carga. Buscó mi cara enterrada en su pecho, y aguardó, mirándome a los ojos. Mis labios besaron los suyos, brevemente, antes de que, fundidos en el más profundo abrazo, cayéramos de rodillas sobre la húmeda hierba.

- Tiembla, rosa negra…- Susurró una voz siniestramente segura en mi oído.- estás ligada al sol.

Las almas más puras suelen ser las amantes del negro. De cosas hermosas… como rosas negras. Perdida en el laberinto de mi mente, creo que por fin encuentro la salida a veces. Y se que es gracias a su luz. Aunque solo sea a veces.

sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Que si hablo con el arte?

También podrías llamarte así, vaya.

No tienes ni idea de todo lo que fuiste

Y ahora escucho tu voz y sé que lo sigues siendo.
Perdóname..
Yo iba a ser la que siempre podría esperarte. Para saltar o para dar un paso hacia el precipicio.
Esperaría allí eras si hiciera falta, y lo sabes.
Por ti, estaba dispuesta a ser así. Aunque ya no lo esté, no te olvides, todo sigue siendo por ti.
Aunque ahora esté llorando por no haber sabido esperarte, aunque llore yo y llore ella y lloremos las tres, perdóname.
Todo iba a ser por ti, porque no podía contar con el destino, pero sabía que me tenía a mí para llevarme hasta ti.
Aun pienso ir, iré allí a buscarte, a estar a tu lado, y a pedirte que seas feliz.
A ser lo que me dejes ser, porque esa es mi decisión.
Y si tengo que perder mi mundo para llegar allí, lo perderé. Lo dejaré tirado, porque sé que me tendré a mí, siempre me tendré. Y que aquellos que quiero y necesito estarán a mi regreso.
Los demás no importan.
Así que no me pidas ayuda, no me cantes con esa voz quebrada, porque ya me tienes.
¿Soy tuya?
No. Soy mía, ya lo he dicho. Pero mi vida, mi decisión, hasta que llegue hasta ti, eres tú.
Parece ser que soy la única que sé llorar. Algo he aprendido.. en todo este tiempo.
Algún día, espero llegar a ser alguien a quien yo misma pueda respetar.
Sé que lo seré, también por ti. Y por mí. Porque me quiero, nos quiero.
Y sí. Te quiero.
Sé que no quieres oírlo.. sé que tú quieres que tu vida sea destino, y sea sincera y de verdad, pero lo siento. Yo no puedo darte eso.
Solo puedo darte mi vida, si la quieres. Puedo abrirte mi puerta, y ser la persona que tirará de ti para que no saltes, porque nunca, nunca, pienso dejarte saltar.
Soy demasiado egoísta.
Pero, ¿y qué?, tú también lo eres. O eso dicen.
¡No salté! Lo juro. Aunque mi vida esté plagada de adornos y mentiras, juro que esto es verdad. Sigo aquí, y nunca, nunca, saltaré.
Yo tampoco sé cuánto tiempo podré seguir viviendo rota, pero espero que sea el suficiente para llegar hasta ti.
Así que perdóname.. y sigue creyendo en mí. Porque todo, siempre, es por ti.
Aunque lo odie, besen a quienes ellas besen, siempre, todo, será por ti.
Y me duele escuchar tu voz de adulto, es más fácil buscarte en tu voz de niño, pero ya no pienso seguir huyendo. Estoy viva, y viviré hasta morir.
Así que esperemos la mañana.. aunque sea noche cerrada, y ni siquiera esté a la vista.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Si supieras que puedo pasar cuatro horas besándote

Parezca lo que parezca y dé el asco que dé, el título no lo escribió un hombre.
Y tampoco se refiere a nada de lo que podáis pensar que se refiere.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Dónde está el mundo?

Por qué precisamente hoy..
Me pregunto.
Necesitaba oír esa voz, o, entendiendo el peligro de la situación o más bien..

viernes, 20 de noviembre de 2009

Para siempre, Everwood.

Lo supe entonces.
Lo sé ahora.
Y lo sabré siempre.
Eres tú.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Me duele muchísimo!

Mi perrito no me da mimos :(

Jo.

Hoy en la ducha...

Decidí muy seriamente cambiar mi fuente del msn.
¿Decides esas cosas en la ducha?
Claro o_o ¿Dónde las decides tú?

Nieblelinas

Son una especie de hadas del frío y del confort.
Lo que hacen es girar juntas a tu alrededor para hacerte sentir más frío y confortable.

martes, 17 de noviembre de 2009

Quiero dormir, y dormir, y dormir.

Y despertarme cuando ya no duela. Ni me escueza la garganta. Ni sienta la cara mal.

Broken

Sí, vale, estoy rota.

aaah

Willow

Solo quiero que todo esto termine ya.

Quiero mirarme al espejo y verme como siempre.
Que mi labio vuelva a tener su tamaño normal.
Y poder empezar a preocuparme por cómo de malas van a ser mis notas (L)

lunes, 16 de noviembre de 2009

Dolor, dolor, miedo y más dolor.

Qué exagerada soy.
Pero es que soy una pésima enferma.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Yo no pienso moverme de aquí.

Ni esconderme, ni nada que se le parezca.
Esto soy yo, ni siquiera tengo muy claro hasta qué punto he escrito cosas claras aquí, pero me da igual.
Si decide romper las reglas, es bienvenido.
Lo cierto es que al final, todos hacemos trampa.

Se me olvidó desearle suerte.

A quien más la necesitaba hoy.
Mi monje..
¿Conseguirás por fin aquello que te salvará?
¿Lo lograrás?
¿Te alejarás de verdad de aquello que querías?
Será esta.. tu última etapa de docente.
Pactarás por fin.. con la seguridad económica.
Me da miedo, pero sé que aquella fue la última clase. Por el escarlata en tu cuerpo contrastado con el insulso verde que pinta nuestra pared. En contraste con el blanco.
Y adornando tus ojos azules, viejos, transparentes.
Si siempre odié el rojo y el azul, ya nunca mas podré hacerlo.
¿Ves lo que consigues con una sola frase?

Es raro.

Pero ahora el negro me da miedo.
Huyo al blanco.
A pesar de seguir vistiendo muchas veces de negro. solo es por costumbre, supongo, porque me siento cómoda, creo, y porque no me tengo delante para verlo.
¿Cómo pude saber hace tanto, tanto tiempo..?

Me pregunto cuántas frases se habrán perdido en el tiempo.

Por lo menos muchísimas, porque recuerdo haberme agarrado a ellas entre el sueño y la vigilia.
Demasiado agotada para agarrar el bolígrafo y hacer un post-it con esa duda tan genial.

Lo que nosotros tenemos, si no lo contaminan con plata.

Es como oro líquido.

Algo de lo que yo misma siempre hubiera renegado, me engañó al entrar, y ya dentro, fue imposible arrancar el metal de la sangre.. Estaba dentro, y quemaba.
La pregunta que todos nos hacemos es.
¿Hasta qué punto debes dejarte contaminar por plata?
¿Cómo de peligroso es el oro en sangre?

jueves, 12 de noviembre de 2009

Solo decir que en esa postura, bebiendo de esa fuente.

Parecías un corzo joven y delicado, una cría.

martes, 10 de noviembre de 2009

Y vuelven a ser las 0:08

Y hoy cumple él, un año más, quien sabe si terrestre o de qué planeta..
Pero un cumpleaños, en todo el universo es muy importante.
Significa el paso del tiempo, un día que se agarra a la historia y encadena ilusión.
El día en que nos vemos él y yo, tan separados por mi conciencia.
Hace tanto que no le veo..
Pero su día no debería ser triste.
Aunque sé que esta incertidumbre mía le está matando, poco a poco..
Me da miedo perderle.
Tengo pánico cuando pienso en el día que nos conocimos. Hace tanto.
Parece que hay un abismo entre él y yo.
Cuando dormía a veces conmigo, y me daba sustos al meterse en mi cama sin avisar, furtivo.
Cuando me condujo a una realidad más real si cabe, que él.
Su realidad.
Y lo único que yo puedo hacer por él es perderle.

Aguanta, bitte.
Prometo que te encontraré.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lo conseguiré.

La pregunta es cómo llego a tal afirmación.

Anhelar un día durante tantos días consume mi paciencia

Tengo que canalizar mi furia en combatir cansancio,
convertir el nerviosismo en fascinación
y vencer al sueño.

¿Lo lograré?

domingo, 8 de noviembre de 2009

O sigo escuchando esta canción una y otra vez

o en media hora (aproximadamente) no me responsabilizo de mis actos.

¡¿Cómo puedo estar tan horriblemente amargada?!

Nunca en mi vida he estado tan histérica y enfadada y odiando tanto un tema que en teoría me gusta.
Pero es verdad. No estoy aburrida, no.
Eso aun sería pasable.
Esto mueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerta de asco.
Quiero romper los apuntes en trocitos minúsculos y tirárselos a la cara a ese hombre tan horrible.
Y bueno, basta ya de mentir.

Menos tú. Tú estarías fuera.

Como siempre.. fuera.

Yo sí, imagina qué genial.

Un pequeño círculo, con todo dentro.
Y mirarías, y allí estaría todo.
Dentro..

Imagina que pudieras encerrar en un círculo todas las ideas.

¿No lo harías?

La filosofía es como un camino lleno de sutiles recovecos.

La gente cree que puede saltarlos dando grandes zancadas, sin entender que estudiar filosofía es pegarse a cada uno de esos entrantes y salientes.. Que no llega mirarlos desde arriba.

Pero, sí, ya lo sé.
La gente tiene miedo de dejar de pensar como ellos mismos aunque solo sea medio segundo.
No vaya a ser que les convenza otra ideología. Y se tengan que admitir débiles, y decir alguna verdad.
De esas que dicen que siempre dicen.

¡Qué pesadez!

¡Que sí!
¡Sombras, ídolos, humo!

¿No puedes decirme nada nuevo, Platón?

sábado, 7 de noviembre de 2009

No quiero ni pensar en quedarme dormida con la puerta abierta

Porque alguien podría entrar en mí.

Me pregunto por qué me retuerzo sobre la cama

como si me fuera a romper.
Dispersa, enfrentada.
Me gustaría salir de aquí, saltar al martes.. ese día que, cada vez, es un magosto.
Pronto no habrá más.
Y esos días horribles y pesados, todos juntos, se acabarán.
Y quién sabe si volveremos a estar todos juntos. O allí.
Una cosa es cierta. Nunca más nos esconderemos en aquella clase y gritaremos como hacemos siempre, ni llegaremos tarde a la primera clase de la tarde.
No sabía que me sintiera así. Pero es verdad..
Todo termina.

Y nunca, nunca me doy cuenta.. hasta que es demasiado tarde.
Yo también te echo de menos. Me enseñaste, cuando yo pretendía enseñarte a ti, tantas cosas.
Pero me dejaste agarrarme, sí. Y después, que me soltara yo sola.
A lo mejor te decepcioné. Pero no estaba preparada para ver una mirada hostil de esos ojos que me habían hecho tanto daño. Nunca lo estuve.
Y preferí no mirar el desastre.
Porque él era tan perfecto.. tanto. Que con él el desastre no servía.
Me habría apuñalado hondo.
Y habría llorado allí mismo. No. Aquel era el día de la despedida, e iba a ser alegre.
Por una vez.

Tenía que ser fuerte. Y lo fui. Por mucho que me derrumbara, era solo en mi interior. Soporté aquello y más, me levanté, enfrenté un año y ahora otro.
Estoy orgullosa de mí.
Estoy consiguiendo lo que quiero..
Pero por mucho que lo desee, no puedo obligar a nadie quererme.
Aunque muchísimas otras personas me deseen a mí. Eso no quiere decir que otra persona vaya a hacerlo.
Nada quiere decir nada.

Eso ya lo sé. Por qué no te pregunté.. o por qué tú no me lo dijiste, nunca lo sabremos.
Solo cuando me llames. Pero no me llamaste. Ambas sabíamos que no pensabas hacerlo.
No sé por qué.
¿Por qué no llamas? No a mí, esta vez. Pero eso me llena de angustia, porque tiene que ver, y va de la mano de otra cosa.
Punto.

Sé, que por mucho que construya ahora, con el primer día de calor voy a destruirlo todo.
Porque por mucho que quiera, que desee decir que soy libre, que no soy de nadie..
Que nunca voy a cantarle a nadie esa canción.
Sé que es mentira.

Como tantas otras cosas. Miles de ellas son mentira. Tantas..
La mentira más grande es que miento mucho. ¿Quiere decir que no miento?
Para nada.
Y solo como garantía, hoy es el día de las verdades.
Odio decirlo, pero me siento atrapada en los exámenes.
Quiero salir de aquí, a veces ya no me importa cómo.

Solo quiero que haga mucho frío, todo sea excitante, sentir la ilusión y verlos a todos juntos..
Y escaparme allí otra vez.
Y sé que cuando esté allí, me quedaré el tiempo que quiera. Como siempre.
Por teléfono no saben discutir. Solo saben gritar.
Pero yo, yo sí que sé.
Y voy a hacerlo. Me agarraré con uñas dientes, me iré. Y después.. sé que volveré.
Solo espero sembrar lo suficiente, ser yo el tiempo bastante..
Para que haga lo que su nombre indica.

Y venga conmigo alguna vez.
¿Lo hará? ¿Cuánto anduve y cuánto se quedó ella parada?
¿Cuánto debí callarme y cuánto habló ella?
¿Dónde está ella?

Porque la realidad es que ella está.
Y yo no.
Yo estoy aquí, en mi mundo. Aunque ese también sea mío, porque lo hice mío..
Este es mi mundo. Y me gusta, lo quiero de verdad.
Lo malo es que al poder querer tantas cosas.. se pasa mal.
Una sola voluntad, un solo tiempo. La vida no está echa a medida de los zurdos, ni de las personas tripolares, ni de los indecisos, ni de los artistas, ni de la gente como yo que, vaya, es decir lo mismo.
Pero la transformaremos.
Porque nosotros, los humanos, siempre lo hacemos.

Cambiamos las cosas, para que sean de nuestro agrado.
Para encontrar la ilusión.
O simplemente por capricho.
Y sí, yo lo cambiaré el primer día de verano.
Me iré.

Y sé todo lo que eso va a significar. Pero no voy a poder frenarla.
Me llena de tristeza, hasta la boca de la garganta decirlo.. pero esta es la única verdad.
Solo una licencia artística. Que, vaya, es otra mentira. Que término más estúpido.
Pero sí, es cierto. Aun no sé cómo, ni si se lo diré siquiera..
Pero no voy a irme sin terminar con todo.
Y cuando digo todo, es todo.

Después, tendré que volver a nacer..
Y ellas aprender a quererme. Lo harán, estoy segura.
Seas quienes sean ellas. Y sea quien sea yo.
Porque de lo que estoy segura, es de que me amo. Y creo, intuyo, que siempre me amaré.
Confío en mí, y sé que haré todo lo posible para no convertirme en mi madre.
Porque yo soy yo.
Y esa es la única realidad del pronombre.
Tiene magia, sí, y gracia, pero yo también soy yo. Y yo.
Por qué no puedo parar de escribir es un misterio.

Como por qué no puedo parar de soñar con tus brazos.
Ni de abrazarme a ti en sueños. No sé por qué. Pienso, y no recuerdo haberte dicho nada que pudiera haber suscitado una respuesta que sea lo que me hace sentir así..
Porque pienso, y no recuerdo qué.
Solo recuerdo un cómo.
Y me siento estúpida, pero no me atrevo a describir ese cómo
Me da miedo destruirlo.
Y sí, sé que no besaré nada más hasta dibujar eso que tanto anhelo.
Todo esto puede sonar a carámbanos y fresas, pero es lo que es.
Ahora lo sé.

Ni aunque me pongan la sonrisa más lasciva y sucia delante. Ni aunque.
No, no.
Me quedaré conmigo, que es lo que de verdad quiero.
Hasta que pueda llegar allí.
Por qué escribo con tanto miedo, otro misterio.

Me pregunto por qué me retuerzo sobre la cama
como si me fuera a romper.

Pasamos tantas cosas juntos..

Siempre a medio vivir.

martes, 3 de noviembre de 2009

La vida me cuenta que no puede tenerse todo.

Pero lo que yo quiero de verdad son pocas cosas.
Bueno, son muchísimas, pero lo que de verdad, de verdad, por encima de todo quiero..
Son contadas cosas concisas, aunque muy importantes.
¿Por qué voy a dejarme atrapar por una sonrisa si pronto me va a encerrar un sueño?
¿Por qué complicar más encontrarle?
¿Por qué jugar así?

Porque es divertido.
Sí, ya, eso ya lo sé.
Ahora, piensa.

Está bien, vale, de acuerdo.
Cobrin podrá resistir.

Pero va a jugar a otro juego.
Y todos felices.
(bueno, felices, felices.. más bien desesperados)

¿Y yo iba a mentirle por cualquiera?

No, eso no estaba tan claro.
Todavía.
Cállate, Cobrin.
No estaba claro y punto.
Con un narrador ya tengo bastante.

lunes, 2 de noviembre de 2009

A partir de las 22:45

empecé a perder la esperanza de que él apareciera.
Porque a diferencia de mí, él sí era responsable.
Y sabía que tenía que estudiar, y dormir de noche.
Y que había cosas posibles y cosas imposibles.
Pero por suerte sabía que hay cosas imposibles que pueden ser geniales.
Y por eso era mi ángel, porque iba a hacer lo imposible por hacer posible..
lo genial imposible.

Tú querías un beso y yo te lo di.

¿Te suena?

domingo, 1 de noviembre de 2009

What a big lie

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Do you know something?

I want my heart back.

Me di cuenta de que todo el mundo quiere ser leído.

Qué triste..

Me di cuenta de que hace dos entradas parecía que hablaba de mí misma

No, no.
Ellos no saben lo que es conocer.
Tampoco lo que es la intución.
Ni mi privilegiado sentido de la estética.
Ni todo junto.
Ni un poco ¿eh?
Nada de nada.
Ellos no saben nada.
No, no.

La realidad es que yo tengo el zapatito de brillantes

¡y vosotras no!

Vamos, vamos, os permito alabarme libremente.

¡Si ni siquiera le conoce!

¿Cómo puede decir que le quiere?
¿Alguien me lo explica?
¿Es lo mismo que hago yo?

Claro que no. Yo tengo motivos, soy genial y tengo un brillante expediente de actuaciones ilógicas por el estilo.
Y que tiemble, porque cuando Cobrin entra en juego, no sale de él hasta ganar.
O hasta perder el interés. Claaro.
O engaña..
Como siempre hizo.

Si quiere juego..

Jugaremos.

Que no lo dude, mañana mismo llamo a su querido, amado, adorado, protegido, codiciado, y nunca alcanzado...

Jugaremos, sí..

Un grito desgarrador

y se estremece de placer

Solo tengo que esperar.. como siempre

Pero me muero por ese abrazo.
Por oír su voz.
Por mirarle a los ojos.

Suena ridículo, cursi, triste y común.. los adjetivos más horribles, todos a la vez.

Pero me muero por decirle esa frase, por recorrer su cuello con el dedo, y dejarme caer contra su torso sintiendo unos brazos que me rodean la cintura.
Cobrin se muere por sentir la genialidad de ese momento.
Me muero por que me diga al oído que esperaba encontrarme.
Porque respire contra mi cuello. Y me muerda.
Quitad esa cara de asombro, sería genial.
Aunque claro, es un ángel, no lo hará.
Me muero por saber de qué color eran esos ojos que no puedo mirar sin buscar su sonrisa primero. Sí, es fascinante hasta ese punto.

Pero no me muero por todo eso, ¿eh? Pero quedaba apasionadamente estético así.