domingo, 31 de enero de 2010

Look for the girl with the broken smile

ask her if she wants to stay a while

¿Que por qué no pude verte a ti primero?

Sí te vi, pero no quise mirar. Ya te habían demacrado tanto... nos dio miedo que si te tocábamos, te romperías.
Entonces apareció algo nuevo, brillante y dorado, algo de color verano. Supe que alguna de aquellas figuras asustadas por la vida querría hacerle lo mismo. Otra vez.
Yo dije, no. Antes de que le pongan un dedo encima, me lo follo yo.
Y me lancé a proteger lo único que aun podía de ti, la extensión de tu mundo, tu mejor amigo.

sábado, 30 de enero de 2010

Si me quedo sola, juego a caerme.

Pero ahora no. No puede ser. Una canción martillea en mis oídos, cinco canciones en lista de espera, pero ahora solo son ruido.
Resultado matemático hiriente, ¿mentiras?
Y todo me lleva de vuelta a la niña de la sonrisa rota, al que la rompió una vez con el eco de un portazo, a todo lo que vino antes, y a un peligroso desequilibrio frente al vacío del pasado.
Pero no, no más caídas. Por eso el cambio. Para vivir fuera del abismo. Para vivir verdades además de mentiras. Para que mi vida no se confunda con todas ellas, para que sea verdad.
Pero ya son muchos fines, y hablando de caminos rotos, debo dar la vuelta. Es dirección prohibida... por muy engañoso que sea el nombre.
El reencuentro con una canción desconocida por mi memoria, la ato, esposada a las esquinas presentes. Ella solo desea huir a las pasadas, dejarse llevar por canciones que, parece mentira ¿verdad?, pero siguen siendo exactamente iguales que hace dos, tres, años.
Siguen siendo aquello que compartiste, que te prestaron, la prueba de la confianza de alguien, lo que te hizo caer en las garras del amor. ¿Por la música? También.
También es por ella, sí. Abandono. Nadie usaría esa palabra si supiera la asfixia que le sobreviene. Es cambiarse de carril, es elegir pasear una avenida por el paseo central, no por el lateral, resguardado de coches y repleto de tulipanes.
Es saber que ni siquiera tú sabes si es mentira, o verdad.
Eeeees, una carta de tu pasado. Un piano de cola cubierto de polvo, o una sonrisa enbellecida por el recuerdo.
Es otra broma del destino, supongo. Como la nieve, las luces navideñas, la enfermedad, fin de año... como es tu vida, te dices.
Pero sabes que aguantarás. Aguantarás lo que sea, alguna vez la pescadilla se morderá la cola y la broma dejará de ser fatal, será terrible pero liberadora.
Te dará esa libertad que no se puede conquistar con valentía, como ahora.
La verdad es que este golpe me ha hecho sentir mejor que muchos besos.
Supongo que al igual que dolor por cosas felices, el dolor también te lleva a una sonrisa triste.
Mil horas después sigo alegrándome de haberlo hecho, y de haber luchado con todos los signos que me gritaban que no, que no lo hiciera.
Ver aquel semáforo en verde, el estanco como caído del cielo. Corrí.
Y después, con el aliento que me dio una esquina de la misma piedra que aquella otra, me encaminé a una parte de la ciudad en la que no estaba desde hacía años.
Casi parecía otra ciudad... me temblaban las piernas, me sentía genial. No solo era cómodo, también era fluido, borroso, como una mañana de sábado, el opuesto de una tarde.. y ni parecido a una mañana de domingo.
Se avecina. Sí, mañana. Pensar en él es sobrecogedor. Sé que va a llegar, que va a ser lento, sé que va a doler.
Pero no importa. Hoy me he sentido mejor de lo que me siento desde hace ¿semanas?
Desde que le vi, supongo.
La canción ya hace daño, odio ser tan frágil, que cualquier cambio me lleve lejos... odio los puntos suspensivos.
Por eso tengo que volver a las matemáticas, por muy dolorosa que sea su clara precisión.
¿Acabaré llorando? (Me miro en el espejo, como a un experimento) Todavía un misterio.

Poco a poco.

Recueeeerda.

Un teléfono que no suena.

Y una ciudad lejana. Muy lejana.
Este es uno de esos momentos en que te escribiría una carta.

Un mensaje tan suave que derriba el corazón...

y otro oculto detrás, una réplica, un "si no hubieras", un "demasiado tarde", tristeza pero firmeza.
Un "yo lo intenté".
Y a pesar de todo un "te echo de menos".
Pero aunque sea a pesar... aunque a través de un "no" triste: firmeza.
La veo ahí, empujando con nervio. No necesita empujar. Ya me estaba yendo desde que le toqué el hombro para que me escuchara.
Pero no quería seguir viviendo preguntándome qué habría pasado de haber llamado.
¡Es que tiene razón!
No entiende por qué no le vi antes. Y tiene toda la razón. Fue un intento de compensar, de no arañar más la idea de él. Ya estaba tan destrozada que me dio miedo tocarla más.
Y me lancé a proteger lo que aún pudiera, lo que aún no hubieran tocado, lo hice bien. No me arrepiento, no fue por uno, fue por los dos. Les protegí. Y estoy orgullosa de haberlo hecho.
Un "no fuiste capaz de verme". Un "¿por qué no fuiste capaz de verme?".
Un "ojalá hubieras sido capaz".

To try

A veces, es eso, intentar. Aún sabiendo lo que quedó detrás, saber perdonar, saber no dejarles atrás.
Así, el mejor regalo de navidad fue una conversación impensable, y el mejor regalo que puede hacer alguien con quien llevas años conviviendo, sin conoceros, una canción y un lo siento real.
¿Sonrisas? De momento sí, me hacen sonreír. Siento que aquellos puentes imposibles sobre los que siempre hablé son reales, y que ladrillo tras ladrillo, se puede llegar a avistar el otro lado.. ¿por muy lejos que esté?
No lo sé, y está bien así. De todos es sabido que hay algunos misterios.. que es genial no resolver.
¿Felicidad? A briznas, por lo menos.
Ahora voy a vestirme, salir, y arriesgarlo todo para demsotrarme que la vida en esta ciudad, por mucho que lo dude, también es real.

Y una brizna de confianza llega en forma de canción.

Un mensaje oculto entre sus versos, y, a lo mejor, algo de afecto.

Florence + the machine, Dog days are over... tal y como lo escribió él.


Cambio

Está ahí, lo veo, y quiero alcanzarlo ya. Voy a cambiarlo todo, porque necesito un cambio que me ayude a saltar. Y necesito saltar...
Para eso tengo que romper todo lo que me ate a atrás. Si hay algo que tire de mí, nunca conseguiré alcanzar el otro lado. Caeré por el barranco, y el cambio me matará.
Sí, para no caer tengo que cortarlo todo. Y para eso, tengo que cortarle a él.
Porque así me lo encontraré otra vez al otro lado, cuando salte.
Porque no, no quiero no encontrarle... no quiero perderle al saltar.

viernes, 29 de enero de 2010

MADE IN GERMANY

Lo suelto asustada, provoca un sonido estrepitoso.

¡¿El lápiz también?!

jueves, 28 de enero de 2010

lunes, 25 de enero de 2010

Saltar

Quiero saltar los globales... saltarlo todo. Saltar la espera, la ilusión, saltarme el mundo y mantenerme en pie solo porque sé que estoy soñando.

No necesito una aventura.

Solo necesito a alguien que desee tanto como yo.
O a alguien que se odie muchísimo...
Ni yo misma tengo ni idea de lo que estoy intentando expresar, es como una frustración y la sensación de querer desear y ver esa sensación reducida a los límites de la realidad.
Estúpida realidad.
Odio la vida. Es decir, la amo tal y como la conocemos...
Pero no pienso resignarme a la sencilla felicidad que tiene reservada, ni al sueño de después de comer, ni a ser siempre una idea perfecta realizada con imperfecciones por doquier.
Odio que ella conozca tantos secretos del mundo. A ver, me encanta poder ver.
Pero no quiero que todo esto que ve sea verdad. Es horrible... es tan pequeño, tan triste, tan amargo, tan, tan...

Maldito sol de invierno

Quiero salir de la decepción, dejar de vivir desilusiones, y me da igual lo peligrosa o dura que sea su realidad, quiero convertirme en aquel personaje que diseñé una vez.
Aquella joven de pelo largo que era para él. El que tiene la culpa de todo.
Él, sí. Donde todo empieza.
Pero de repente abro los ojos y solo está mi habitación, mi triste ciudad, mi planeta... de ciencia y filosofías ridículas.
Es como despertar de un sueño, en el que tu deseo se había hecho realidad. Estás segura de que algo tan nítido tenía que haber sido real. Pero no lo es. No lo es.
De la dicha que no puedes contener, te vacías en lágrimas.

Deseo

Deseo... que exista un universo mágico, con magos, brujas, hadas, elfos, bosques iracundos y mundos paralelos.
Deseo vivir en un mundo de personajes y sensaciones imposibles.
Pero lo que más deseo de todo, es llegar hasta alguien que parezca sacado de ese universo mágico.
A veces, leyendo un libro, me dan ganas de saltar dentro y vivir su historia. No soy tan ingenua, no me suelo plantear esas cosas nada más que como escenas artísticas, pero leyendo esta historia es imposible no hacerlo.
Si solo pudiera conocerle a él.

Me dormí pensando en la cena perfecta, como siempre, la imposible.

Una mesa larga, tres rostros frente a mí, uno tan callado como siempre, pero ahí, a pesar de todo. Riendo, y, es raro, pero en primer plano.
Otro que lo agita todo, es un agitador experto.
El otro no importa. Siempre tiene que haber algo que importe menos.
En la cabecera más lejana está él, se lo explico a ellos. Él no para de lanzarme miradas encendidas, burlonas. Se las contesto poniendo los ojos en blanco, ahora otros tres son los burlones.
Consiguen que me ponga roja, entre todos... pero están todos.
A mi lado, en frente, en las cabeceras, dispersos. Cuesta creer que casi todo lo que más quiero se pueda reunir en una mesa, antes de dormir.
Ellas, a mi izquierda y derecha, como vínculo hacia el resto. Él tan lejos, pero se las arregla para estar más cerca que a los que puedo susurrar de enfrente. La pequeña está también, por una vez con todos, los suficientemente casual para que no salten chispas. No pasará nada, él la contendría.
Aquella es mi noche... y, ¿sabéis?, es una noche imposible.

Así

Frentes pegadas, manos entrelazadas como a través de un espejo. Un espejo perfecto de controversias equilibradas. Sonrisas fulminantes, las dos, miradas trabadas.
Luego nos movemos, haciendo presión contra el otro, inestables. Cierro los ojos y ensancho la sonrisa, cuando vuelvo a mirar te estás mordiendo el labio, aún me miras.
- ¿Lo hacemos?
Me besas mientras te incorporas, salimos corriendo entre carcajadas, aún cogidos de una mano. Espiamos por la puerta, me chistas para que pare de reír, ¡van a descubrirnos!
Pero no, corremos escaleras abajo entre pausas y miradas, arrancamos los abrigos del perchero y desaparecemos por la puerta principal.

domingo, 24 de enero de 2010

¿Dónde estas?

Aunque coincidencias cero, te siento alejándote.
Y tiemblo.
Supongo que tú tiemblas más. Es un paso importante.

sábado, 23 de enero de 2010

Recuerdo la primera conversacion después de "aquello".

Odiaba la situación Odiaba perderte, odiaba que fueras así.
Sabía que solo estabas muy perdida, pero también que la única forma de que te dieras cuenta era alejándome de ti. Por eso me odié después de aquella primera conversación... y a lo mejor me arrepentí un poco de haber roto el hielo.
Pero ahora, amo haberlo hecho. O mejor dicho, saber que lo hice, que no pude aguantar sin hacerlo.
Es toooodo un alivio.

Bailar sobre tumbas,

no deja de ser bailar.

Mi foto perfecta...

Se me ocurren tantas que creo que "La foto perfecta" no existe, pero sí existe.
Después me doy cuenta de que la foto que más deseo en el mundo es un plano americano, contrapicado, de él. Creo que también hay lluvia.
Mirada baja y facciones claras.

Pero ahora también hay fotos que deseo muchísimo. Deseo miles de fotos al lado de dos personas, a la vez, para fingir que todo es como antes. Deseo otra con otra persona, una que engañe a la realidad al matar con brillos los hoyuelos de las sonrisas.
Otra con mi mejor amigo, no es que sea más amigo mío que mis mejores amigas, solo que es el más amigo entre los amigos que tengo, aunque también se acerca a los mejores si no hacemos distinción de sexo. Y debería ser perfecta en lo particular y en el encuadre. Y además, me gustaría que fuera una mirada, cómplice.
Y no otra, si no más bien miles de ellas, que encierren lo mejor posible una tarde de ropa y estética con alguien especial en una de mis casas favoritas del mundo.
¿Más? Poder fotografiar a la persona que lleva escrito en la cara "soy un gato, y me da igual".
Y otras de un corzo muy joven sobre una cama mullida, y (obviamente) con las piernas al descubierto, víctimas de un colibrí.
Más, más. Uy... una foto imposible. Con la persona que me acuchilló, la impenetrable. Ya os dije que era imposible.
Y una foto de esa persona sola, de medio lado, jugando con un balón y las manos en los bolsillos, una de sus odiosas medias sonrisas y mirando hacia abajo o a la cámara, por desear.
¡Sin olvidar casi lo más importante! Fotos de "yo". Todas las ideas que ya tengo más miles que sé que se me ocurrirán haciendo esas.
Fotos de un ángel con su guitarra, y es una foto oscura y negra, solo para que conste. Y de otro sentado al piano, representando mi escena favorita de Clair de lune. Otras con este último trascendiendo un sofá rojo, como cuando rodábamos por la arena fingiendo que todo era verdad. Aquella mentira era tan divertida, las miradas eran puntes al otro lado, os lo juro. Eran una promesa instantánea (del instante) de dos.
Y ya que hablamos de fotos, un reportaje del paseo marítimo de cierta ciudad, sin más modelos que los transeúntes, acompañada de caras borrosas (muy pocas, a lo mejor dos) y el mar.
Un sueño de fotos serían las que pudiera hacer paseando esa ciudad sola. Un sueño imposible.
Más. Desnudos. Pero son tan peligrosos. Se me ocurren miles.

viernes, 22 de enero de 2010

¿Mi futuro?

Lo único que tengo grabado en mente, es que va a ser de color luz. Un dorado vivo, ardiente pero fluido, como la felicidad. Va a ser del único amarillo que no asfixia del mundo. Uno que llena de ilusión con solo respirar.
La verdad es que solo Cobrin lo ve. Y lo ve, como siempre, a su manera. Ve una imagen, que no solo es imagen, ve un cuadro vivo, si queréis llamarlo así.
Cuánta vida, diréis. La verdad es que sí, ve muchísima.
Ve una brisa tan clara que ni la más realista mañana puede destrozar.
A lo mejor ve... tristeza y distancia a veces. Muchas más veces de las que le gustaría, por eso no quiere mirar hacia ahí. Ella que conoce el secreto del día a día, lo ve también en el futuro. Pero es diferente, ese futuro es una canción.
Es lejos... sí, muy lejos. No quiere entrar en el dilema de quién va a ser la guapa que deja a dos ancianitos decadentes solos, porque conociendo nuestra suerte, nuestra querida hermana se irá a vivir a Japón, ganará un viaje al espacio o irá a investigar a la Antártida. Con tal de sobresalir y tener concesiones del mundo, lo que sea.
Así que es un futuro de trenes y aviones. Distancia. Por todas partes.
A lo mejor también enfados serios, a lo mejor dolor. Unos bucles de sensaciones muy peligrosos, de esos que atraviesan el inframundo y rozan el cielo a la semana siguiente... pero es parte del dorado, ambientado en filigranas góticas (color negro).
Es parte de la luz.
Cobrin lo mira a veces, va a visitarlo a donde lo tiene encarcelado, para no perder y tampoco vivir solo para el norte.
Ah, el norte.
Ojalá los puntos cardinales no corrieran en direcciones contrarias.
Perseguirlos es tan agotador.

jueves, 21 de enero de 2010

Miss your birthday too.

I miss... everything. Loosing myself thorough songs with no end.
Sleeping with your shadow surrounding my waist.

miércoles, 20 de enero de 2010

Odio.

La verdad es que es recurrente como la más insulsa pesadilla, abominable en su insignificancia, insignificante, su significado alterno entre pasión y terror.
Dos ideas tan claras como aclara el viento tras una tarde de café y parálisis, de estupor frente a mil hojas, o una pantalla muerta, o ya no sé. No, no sé. No sé si le extraño, si le odio, si le amo.
¡¿Que si le amo?!
La mente a veces se me escapa, traduciendo arte. Todo se confunde, en arte, siempre vale, bólido inválido entre cavernas platónicas. Dicen que pinta, pero mienten, no dibuja sombras, destroza universos con tan solo una. Pincelada.
Dicen que miente... pero mienten. Es el único que silba la verdad, diciendo que ella también miente, porque no hay verdad, no hay mentira, ni sol ni sombras, tan solo sinapsis, telarañas traducidas.
¿Que qué silba? Pues silba, su deidad, nadie puede encarcelarlo.
Y como todo, se pierde en el tiempo. Pero sigue morando, allí donde esté, infinitas mansiones góticas, ataúd que aguarda su des-entierro.
Se siente solo, si no le miran, para ayudarle a cambiar, pincel dormido es pincel muerto, pero silba, deidad única, que solo hay que saber mirar.
Para encontrarle.
Su secreto... siempre está.

Maldita "máquina".

Un día, cuando la vea, la violaré.
No le voy a dar ni medio flash de descanso. Y más le vale que dure la batería, o me reiré de ella, cobarde.
Maldita "máquina". Me ha hecho llorar.

lunes, 18 de enero de 2010

"Nunca"

Nunca entenderás lo que es sentir lo que siento.
Nunca entenderás que tú... eres, eres lo que está a la izquierda cuando cierro los ojos.
Y si te paras a pensar, solo hay izquierda y derecha.
¿Será porque me quitaron algo que sabía mío, cuando lo quisiera?
Será... será que el precio que tuve que pagar para que no te perdieras fue perderte yo.
Aunque no del todo, sí para siempre.
¿Por qué no podéis verlo? Si hubiera estado ahí yo también, hubiera bufado como un gato, incluso arañado si me apuras.
Un par de personas habrían entrado en razón, solo por terror.
Por qué no podéis ver... creo que es por eso, porque sentís.
A lo mejor por eso no puedo dejar de buscarte, dejar de decirte locuras y echarte de menos.
Porque te quiero.
Y nunca entenderás esto, porque tú repartes tu sonrisa a todos, a casi todos los que no la desmerecen. La regalas. Solo soy una más.
Ahora entiendo que eso es lo que más duele. Cuando siento que por mucho que escriba, por muy bien que lo dirija, cuando sé que todo lo que pueda escribir no tiene sentido para ti, sé que soy uno más en tu mundo de acompañantes.
Cuando de repente paro de escribir, y siento mis manos armas muertas.
Porque tú solo veías atención. A más esfuerzo, a más tiempo, a más metáforas, a más gritos. Solo te sentías más y más en el centro...
La protagonista.
¿Lo ves? Dolor. Pero aunque ahora la protagonista de mi historia soy yo, nunca dejaste de ser un personaje principal. Puedo contarlos con los dedos de una mano.
Y tú siempre lo fuiste... moviéndote como querías, tirándolo todo desde los cimientos más profundos. ¡¿No lo entiendes?!
...Dolía.
Y no, no lo entiendes. "Nunca" lo entenderás.

Nunca, por más que lo intente, entenderás

lo que dolió perderte.

Angüish

Por ella, lo perdí todo.
Por ella, la perdí a ella...
La tenía, era mía. Tan cerca, tan clara, solo mía.
Era nuestra.
Ya nunca más... ¿volverá a ser lo mismo?
Nunca más... en aquella salita adorando una tele diminuta, abrazadas entre nosotras, en la felicidad sencilla de un juego de cartas y un buen aliciente... que dejara a nuestra mente filosofar, imaginar.
Si me obligas a hablar, aquel podría ser el piso 707. El piso de dos sietes y una o perfecta... que se descubría un cero en el espejo, con pánico. Pero no lo era. No lo era... era una o, era perfecta. Era un corazón y otro roto al lado, su nombre, la ilusión de un romántico.
Nunca más tres, solas. Siempre habrá odiosos insectos zumbando fuerte y ensuciándolo todo... ¡ensuciándola!
Ensuciándonos.
Ensuciándome.
Todo por que se quitara aquellos ridículos adornos que llevaba para parecerse a los demás caracteres... nunca mejor dicho, digo, que la o colmada se vaciaba, dejaba de serlo, y creyéndose letra se volvía número.
Dolía tanto.
Aún no sé cómo fue el milagro, que volvió.
Pero, ¿solas?, dime, ¿juntas?... Algo dentro de mí sabe que no... nunca más.
Y tampoco nosotras. Ya no lo somos. Es demasiado tarde para querer ser niñas. Entonces aún teníamos alma de niño, pero ya no. La evidencia hace daño, pero nunca más tres, jugando a no dormir.

lunes, 11 de enero de 2010

Cuando caminábamos por la ciudad,

íbamos cogidas de la mano sin darnos cuenta. Las dos enfundadas en abrigos negros y estéticos conjugando una imagen invernal, ayudados de botas altas, ¡y también negras!
Daba igual caminar horas, era la ciudad de los ángeles. E iba de su mano, de la de ella.
Daba igual también si las esquinas que con tanta ilusión buscábamos estaban cada una en una punta de la ciudad... no importaba. Cada una tenía un nombre, cada una su historia, y a lo mejor esperábamos recordar mejor al sentirnos en ellas otra vez.
Una ilusión vana, tal vez, pero yo estaba tan triste, que si no para recordar, para un abrazo eterno sin soltarle la mano.
¿Por qué parecía que todo se escapaba, se quedaba atrás?
Ya no sabía si era yo, que viajaba en aquel tren sentada hacia el pasado, o era aquella etapa, de despedidas, (¿más despedidas?) y esquinas vacías.

domingo, 10 de enero de 2010

La verdad es que hasta que acabó la canción, no pude moverme.

Me echaba de menos, a mi energía constante y agotadora. Aunque resultase, eso, muy agotadora.
Se suponía que era un día feliz. Había nevado en Vigo, lo habíamos visto todos desde mi ventana.
Siempre lo recordaríamos, porque hacía 23 años que no nevaba en aquella ciudad. Parecía, casi, esa Navidad prometida en que se cumplían los sueños imposibles.
Si la veías desde fuera... claro.
Pero me relajé, no estaba triste. Seguro que después de otros 23, lo que recordaba sería haberme quedado inmovilizada ante el ventanal, la sonrisa a medio hacer. Y creciendo.
Además, esto iba a unirlos aún más, ya sabéis. Yo ya me encargaría de cobrarme mi parte cuando llegara, lo importante era asegurarse de atarlos bien con sentimientos.
Si alguna vez quería abrazarlos yo también, allí estarían. Estaba segura.
No me explicaba cómo podía haber soñado, aquella misma noche, con la misma nieve. Una pista de patinaje eterna, sin fin (ni siquiera en el tiempo), donde estaban todos. Los obvios, los más cercanos, los que llevaba eras sin ver, los que echaba de menos... de los que no quería no había ni rastro.
Un sueño en patines, porque no me los quité ni un segundo. Cuando desperté, pensé que era muy raro. Yo no solía tener esos sueños con sitio, y tiempo, y diálogos, como una historia.
Pero aquella noche sí. Y al día siguiente, era domingo, por supuesto. Nevó.
Decidí que a lo mejor no eran las Navidades ideales, pero que aun así habían sido especiales. Y no iba a dejar que un desengaño, ¡o diez desengaños!, me hicieran olvidar eso que la gente llama buenos momentos. Que para mí solo son reliquias aisladas, que ojalá pudiera recordar siempre.
Siempre me había visto acosada por los recuerdos, y sin embargo entonces entendí que hay que aprender a nadar en ellos, lo suficientemente cerca para que no se escapen para siempre, y sin hundirse, claro. Porque ahogan incluso más que el agua. A veces.
Llamadas de teléfono furtivas y a escondidas, ¡había casi olvidado tantas cosas!, parecíamos de nuevo lo que después de aquella semana santa, de aquel año mágico. Parecíamos todo lo que había precedido a la despedida... eterna despedida.
O un talismán codiciado por ambas, regalado y ahora en mi cuello. Porque a lo mejor no era solo yo la que intentaba atarme allí, a lo mejor ella también intentaba atarme...
Pero la realidad es que no estoy allí. Por mucho que ella quisiera darme, cada vez que me iba, para que me acordara de ellos, de su casa. A veces me dolía pensar que ese sitio donde me sentía más segura que en ninguno, nunca sería mi casa.
Pero así estaba bien. Ellas eran tan buenas, siempre me invitaban. Era como yo siempre había pensado que debía ser un hogar, siempre abierto a volver, con olor propio, con identidad.
Pero, ya no sé ni qué he escrito arriba, así que será mejor ir a cenar ya.
A veces solo quiero meterme en mi cama y olvidarme del mundo entre canciones, y a lo mejor alguna lágrima. A veces... quiero que todo se pare, para organizarlo y analizarlo todo como antes, presa del pánico, porque cada vez la sensación de que se me escapa el tiempo es más grande. Y da más vértigo.
Pero lo que quiero siempre, es estar allí, que sea verano, o que vuelva a ser navidad...
Quiero saltar de una vez la montaña horrible que es este curso, porque es como una pesadilla a contrarreloj, y esas siempre fueron las peores pesadillas, ¿verdad?
Pero no debo caer, tengo que ser fuerte. Por muy difícil que parezca, trillones de personas lo han hecho antes... eso significa que es fácil, mucho más fácil de lo que es para mí. Y me hace darme cuenta de que sí, soy frágil. Soy muy frágil. ¿Y qué?
Prefiero ser frágil... que lo que sea que sean los que no lo son. Pero la verdad es que ser así duele bastante. Solo espero poder soportarlo, y no cambiar solo para que sea fácil, como para ellos.
No quiero eso.
Parecía que las fiestas y la nieve eran el parón de tiempo que yo quería, y mira. No lo fueron... me puse enferma y no fui capaz de hacer nada. Sinceramente, no sé si por desidia o porque realmente fue difícil.
Y ahora tengo que seguir luchando por lo que quiero, y tengo pánico. No estoy preparada, ¡no me he preparado! Pude hacerlo pero no lo hice.
¿Cómo voy a perdonarme eso?
Tengo que encontrar una solución a esto. A todo. A mi cuerpo, a mi salud, a mis estudios, a mis ideas artísticas, a mis proyectos irrealizables y nunca realizados.
Tengo que bajar de las nubes. Porque las nubes se van a acabar en unos meses. No van a poder tapar el mundo como ahora.
Pero... pero cómo hago. Esto no iba a ser así. No iba a ser así. Y sí, seguramente es mi culpa, no me gritéis más.
Lo único que puedo decir en mi defensa es que quería ser feliz.
A lo mejor lo estropeé todo, pero por lo menos soy consciente de lo que hice y lo que tengo que hacer. No me dedico a dictar y criticar todo, como ellos. Aprovechando cualquier signo de debilidad para hundirme más.
Y sí, ya sé que debería ir a cenar. Y coger esa chaqueta. Si nevó, es obvio que hace frío, cambiad esa cara.

viernes, 8 de enero de 2010

Recuerdos.

Por fin un título de verdad.
Ahora ya no tengo miedo de empaparme en el pasado, de rememorar las sensaciones de otras épocas. Es porque ahora, mi miedo es a olvidarlas.
Y para no perderlas, lo único que puedo hacer es mantenerlas cerca, vigiladas.
Como aquel rato en el parque con ella enfrente del colegio más horrible del mundo.
O aquella cafetería con cacaolat templado. "Templado", más bien.
O el paseo más genial del universo, lloviendo y sin paraguas. Vale, sí, odiando una mano y deseando otra. Otras, a lo mejor.
O... o el sopor de después de comer en una de mis casas favoritas, un abrazo y una canción. Redescubierta, porque nunca la había visto. Rarísimo, ¿verdad?
O... una invitación a cenar rechazada. Y sí, xDDD, odiarme después por ello. O, o, o la voz más sugerente que puedes escuchar a través de un aparato al timbrar en un portal.
O un rato eterno en una librería genial. De las de historia. No que tenga libros de historia, ¿eh? Bueno, a lo mejor también tenía, era tan grande.
O una entrada perdida, pero espero que no olvidada. Y a la vez sí olvidada. No sé.
O una conversación en autobús sobre bares temáticos y un abrazo de verdad, en medio del viento. ¿Qué pasa? El viento también es mío, no solo suyo.
O un paraguas verde con mucha historia. O, a ver... evitar no despedirse de alguien por segunda vez consecutiva, uf. Menos mal.
Esos solo para empezar. Porque luego están algunos que a lo mejor ya olvidé... por eso me encanta hablar de aquella semana santa. Porque no quiero olvidar nada, ni lo divertido ni lo horrible, ni una conversación. Ni un medio beso, (me falta otro medio), ni una discusión disfrazada. Ni siquiera cómo de loca estaba entonces. Cada vez que lo pienso me horrorizo más, ¡cómo podía tener tan poco tacto! Claro, no estabas tú. Solo estaba la tonta de Layla, uf.
Juro que no la vuelvo a dejar sola, ¿eh? (otra mentira) Es que a ver, cómo se puede ser tan tonta como para qué, encima que le digo esto, ¿me abrace una pierna riéndose superfeliz?
Tampoco me voy a olvidar nunca de cómo se evaporó el sueño aquella noche, cómo parecía que la habitación estaba insonorizada solo para nosotras, cómo por más que hablábamos y reíamos la casa parecía atrapada en una imposible calma. Cómo renació la ilusión otra vez.
¡Y en otra casa también, noches antes! Pero yo sí tenía sueño... vaya, vaya.
Creo que lo querido y lo excitante no siempre coincide. Qué mal, ¿no? (a ver si lo utilicé bien, y parece como que creo que mal y bien existen).
Creo que él, aunque de repente me volviera loca y empezara a hablar de cosas sin sentido, aunque fuera borde y horrible, solo se reiría. Sería genial. Pero, vamos, no quiero que pase eso, ¿eh?
Hay miles de personas con las que encajaría mil veces mejor (es decir, con las que encajaría mil veces peor, porque estamos hablando de choques... bah, ¿veis?, bien y mal solo enturbian las ideas).
Y, se fue la chispa, así que mejor dejamos solo lo chispeante.
Aunque aun chispea muchísimo aquella cena en que la conversación saltaba en zigzag como si tuviese botas de siete leguas, o las miradas que demostraban que la distancia, si se quiere de verdad, da igual.
Y por eso creo que no tiene derecho a decirme eso. Porque yo lo demostré, cuando lo creía. Y él... ni siquiera entonces.
Ja.

jueves, 7 de enero de 2010

A veces.

A veces pienso en nuestras vidas, en la tuya y en la mía. Pienso que por más que lo intenté, jamás llegaron nada más que a hablarse con los ojos cerrados a través de una puerta entornada.
Creo que hubiera sido muy feliz contigo.
Y creo que hubieras deseado abrazarme, más de una vez. Para mí saber que eso podría pasar... ya era razón suficiente para querer llegar hasta ti.
Lástima, qué pena, que para ti no lo fuera.
Con esto no quiero decir que deseara tus brazos, ¿eh? Solamente deseaba el vínculo, el sentimiento. Ansiaba poder mirarte a los ojos sin que el pánico me obligara a echar a correr.
Y te va a parecer imposible, pero aun me acuerdo de aquel tren número trece, de aquella llegada, de aquel andén... De la primera mirada.
A veces me gustaría ponerme unas gafas, y verlo todo de color "tú". A lo mejor así lo entendía todo de una vez.
Qué rabia. Ni siquiera me atrevo a escribir tu nombre.
¿Alguna vez te arrepentirás... de haberme dejado allí sola, con la oreja pegada a aquella puerta.
¿Alguna vez podré agradecerte... que me obligaras a quedarme pegada a la odiosa puerta.
Tú no lo entiendes. Pero para escucharte, tan bajito que siempre hablabas, no podía apartarme de allí. Tuve que salir de mi pozo negro. Y fue por ti.

martes, 5 de enero de 2010

Estamos moviendo acero como si tuviera el peso de una pluma

Ai, qué miedo.
Algo me aferra desde atrás, como un aliento gélido preparado para desparramar el desastre sobre nuestras vidas.
Tengo muchísimo miedo.
Pero quiero confiar en él. Y en ella. Voy a confiar en los dos.
En que él sepa lo que hace y ella... ella le quiera lo bastante.

Aliciente

es, sin duda, mi palabra favorita.
Con nein... sí, creo que sí.

Todo empieza con Él, como siempre.

Con Kiyu.

lunes, 4 de enero de 2010

A él le preguntaría

si esa odiosa mesa de comida eterna no estuviera siempre en medio reinando en la reunión familiar, si quiere ser mi amigo.
Sospecho que lo desarmaría, pero después le preguntaría si se acuerda de lo genial que fue aquella noche hasta las seis de la mañana hablando de su vida, de nuestra vida, confiando.
En aquel tiempo en el que ser primos no era solo un título que nos daba entrada a la condenada mesa de año en año, si no que en vez de "ser primos", lo éramos de verdad.
Me acuerdo de cómo me fascinaba, ya entonces. Y ni siquiera un número de teléfono, ni la confianza de preguntar qué tal y responder mal... muy mal.
A lo mejor el año que viene entiendo por qué era tan importante dejarle marchar.
A lo mejor.

Me pregunto si alguna vez piensas en todo lo que yo decía sobre el arte...

Me pregunto si es eso lo que te empuja a seguir, a componer o a dibujar.
Me pregunto si ahora piensas así gracias a una persona que, sin quererlo, traiciona sus propias ideas.
Sí, ya, ya lo sé. El arte está en el arte y puede encontrarse en todo... solo si sabes mirar.
Pero a veces, en ese trabalenguas de enfoques y objetivos, me caigo hasta yo.
¿Qué es eso, si no una traición a mí misma?
Pobre arte... hablo tanto de él, y le tengo tan abandonado. Y me siento tan sola sin él.

Tengo que encontrarle de nuevo.

Sí, ni te imaginas cuánto le echo de menos.
Pero sobre todo es que me equivoqué, y que nunca llegué a abrir esa puerta.
Aunque aun recuerdo cuánto dolió, no voy a huir más.
Seguiré buscando, porque ninguna causa está perdida... Mientras quede un insensato dispuesto a luchar por ella.

Como tú nunca vas a rescatarlo, lo salvo yo de morir olvidado.

- Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido y lo lamento. Habría sido capaz.
- ¿Qué cosas?
- Comer hormigas, insultar a los parados que salen del INEM... amarte como loco.

'Quiéreme si te atreves'.

domingo, 3 de enero de 2010

Soñando con la ciudad de los ángeles.

Dolor de estómago. Ansiedad. Nada agradable, como si te estuvieran retorciendo por dentro. Cobijada en aquel soportal, recuerdo que llovía, o eso me parecía a mí por entre las lágrimas que no se acababan. Con la cabeza enterrada en las rodillas dejaba que mi furia, que mi pena se vaciase con sacudidas violentas que amenazaban con romperme, o tirarme. Pero no eran fuertes, solo intensas. Sé que no lo entendéis, pero… Es decir, da igual.

Yo lloraba, ajena al mundo, pero este no parecía querer dejarme intimidad, porque por más que me hundía en mí misma aquella calle no desaparecía, ni los muros de aquel centro cuya fachada me amparaba. Y porque además, sucedió lo inimaginable. Algo me rozó la pierna. No, no es eso, lo tan inimaginable.

Me incorporé grácil, dando un respingo, a tiempo para cruzar la mirada con un fantasma.

Creo que supo quién era yo por mi cara de horror, pero, por si no lo había adivinado él solito, con su mente privilegiada y esas cosas, susurré su nombre en un sollozo contenido. Le llevó un par de segundos atar cabos (y caras), pero varias voces bromeando y riendo, llamándole, rompieron nuestra mirada de apasionado horror.

- Aun estás a tiempo de levantarte y olvidar esto- Articulé con voz frágil. Algo en mi mirada debió impactar en la suya, porque ladeó la cabeza de repente y puso los ojos en blanco. Tras una mirada impasible, me puso una mano en la cabeza y se levantó, alejándose a paso ligero hacia su grupo, que le dijo algo así como que no podía ayudar siempre a todos y que llegaban tarde. Oí pasos alejarse y me escurrí por la pared, enjaulando mi cara entre los brazos.

Era sencillamente genial, el día ya no podía ser mejor, y, por supuesto, era ironía. Por si no era suficiente el alfiler que no me dejaba respirar en el pulmón, aquella broma del destino acababa de hundirme una daga en el estómago… ni siquiera quise pensar en la historia que había hecho pasar a aquel chico, ni en qué debería haber visto en mi cara llorosa o, oh, no, qué debía haber pensado al verme allí tirada.

Nada importaba, supuse. “Solo quiero dormir…” Lo había susurrado sin darme cuenta.

- Pues duerme.- Me paralizó una voz que tiró de mí hacia su hombro, y me rodeó con un brazo. Le miré otra vez, sentado a mi lado, sin atreverme a descansar sobre su pecho.

- No te voy a morder.- Sonrió, ladino.

Para ser fiel a mi memoria, me abracé a aquel torso como si fuera a evaporarse en cualquier instante y, no sé si de dolor o de alegría, rompí a llorar de nuevo.

Él me acunaba y me acariciaba el pelo torpemente, para convencerme de que aun estaba allí, supongo, y no era un espejismo. Mientras yo intentaba parar de llorar para preguntarle por qué demonios era tan bueno y qué hacía allí, abrazándome precisamente a mí. Pero cada vez que intentaba recomponerme él me apretaba la cabeza contra su pecho y hacía “shhhh” en mi oído, haciéndome llorar más y, vale, estremecer.

Aunque intentaba controlar mis sollozos desenfrenados, aquel olor había hecho magia y por dentro ya podía pensar, y me sonreía cada vez que sentía su pelo rozar mi cuello cuando, supongo, giraba la cabeza. No sé cuántas horas pasaron, o si fueron tres minutos, pero entre palmaditas en la espalda y bocanadas de aire impregnadas de olor a stradivarius mezclado con lavanda me calmé (y dejó de llover). Un sol suave y cálido ambientaba el momento y, sí, ya, le arrancaba brillos dorados a su pelo, pensaba con rabia mientras algo en mi cabeza decía que aquel personaje acabaría por volverme loca.

Recelosa de soltarle abandoné su pecho y apoyé la cabeza en su hombro, despacio.

Pero no me dejó, se movió para mirarme. Aquella mirada del azul más azul que había visto nunca era una clara pregunta.

-Yo, sentía.. a ver, yo tenía dos amigos, ¿vale? No, mira, da igual, tú conoces a… - No conseguía empezar. ¿Porque no podía o porque no quería? No lo tenía claro. Sonaba horrible de todas formas.

-No tienes que darme explicaciones.

-Pero es que..- Se me escapó. Me paré a tiempo, ¿en qué estaba pensando? Sonrió de medio lado, invitándome a seguir.- .. tus ojos decían que sí.- Murmuré perdida en algún punto de su cuello.

Sobra decir que rió, sin dejar de mirarme. Yo también le miré, divertida por aquella risa tan sincera. La verdad es que más bien nos miramos largo rato, como yo siempre había querido hacer, explorando todo lo que nunca habíamos podido buscar en los ojos del otro. No sé cómo, pero no se me escapaba la sonrisa y permanecí seria, solo esbozando medias sonrisas de vez en cuando… tranquila, relajada, serena, a gusto.

De pronto sonreí de verdad, al invadirme un sentimiento de sencilla felicidad, y me acerqué a su cuerpo rodeándole el cuello con los brazos en un abrazo improvisado en que nuestras mejillas se rozaron. Era increíble, pero él también estrechó mi cintura con los brazos, y rió contra mi cuello, arrastrándome a su regazo.

Me quedé helada al recordar un despertar del año anterior, antes de que todo empezase, recordando un abrazo como aquel.

- ¿Qué pasa? - Preguntó.

- Dímelo tú. - Fue lo único que pude responder.

- Gracias. - Le abracé más fuerte.

- No me malinterpretes pero… te quiero mucho.

- Malinterprétame si quieres, pero yo te quiero desde hace tiempo.

- Creo que hasta llegué a tenerle pánico a tu cara.

- Yo oía tu nombre en todas partes.

- Puede que eso no fueran imaginaciones - Reí.

- No sé quien te hizo llorar así, pero le debo una. No, dos. Una y un puñetazo.

No podía parar de reír.

- Entonces, ¿amigos?

- Con una condición.

- ¿Sí? - Le sonreí a su cuello.

- Vas a tener que explicármelo todo, desde el principio. Porque yo hace tiempo que me perdí.

- Hecho.- Firmé con un beso en la mejilla y una mirada que descubría donde estaba el hielo de aquellos ojos… no estaba. Y en la sonrisa que intercambiamos después, yo solo pensaba que, mientras existiesen abrazos como aquellos, ¿quién necesitaba forzarse a amar?

Vuelvo a bailar yo sola...

¡fuera de mi escenario!
Es mío, es genial, y lo recorro entero, demasiado celosa de que alguien pueda entrar en mi pista.
Solo hay una persona con la que bailaría aquí...
Y está lejos, y aunque me quede quieta y mire al infinito buscándole, aunque baile con tanta furia que mis pies se enreden y caiga sobre el suelo incorpóreo... aunque me haga mucho, mucho daño.
Seguirá estando lejos. Y nada va a traerle a bailar conmigo en mi escenario de cristal.

Antes de que Cobrin te aplastara

me fascinabas.
Pero te aplastó. Fue tán fácil. Cuando dejé de interponerme entre ella y tú, te derribó de un plumazo.
Y cogió ese halo dorado que yo había puesto ahí, y lo lanzó por el aire. Se perdió como si tuviera la consistencia de un rayo de luz.
Yo solo pude quedarme sin aire, mirando impotente. Te estaba viendo tal y como eras, no como yo te había dibujado. Y, ¿sabes?... lo peor es que ya me daba igual.
Me dabas igual.
Solo tenía ojos para todo lo que te rodeaba.

sábado, 2 de enero de 2010

I've heard there was a secret chord

Era una canción secreta... que solo se oía a veces, si prestabas atención, a través de la rendija de la puerta de su habitación. Si te asomabas, podías verla allí de pie, con su guitarra, acunando al tiempo para que se quedase un rato más.
A mí me gustaba quedarme allí en el marco de la puerta un rato mientras nos observaba desde fuera, pero no aguantaba mucho. Lo que yo ansiaba era estar dentro, y mirarla mientras cantaba con su voz de ángel... tumbada en constantes contorsiones nerviosas, en otro regazo.
Así que mientras el tren esperaba el pistoletazo de salida, yo pensaba en la canción secreta, aferrándome a cada nota que mi mente conseguía evocar en la nada. La sentía viva, latente en mi memoria.
Pero el tren tenía prisa, tenía horarios, tenía que llegar a su destino... así que arrancó. Perdía la canción, perdía estar dentro, perdía la respiración mientras el malvado tren me arrancaba de sus brazos, de ese cuerpo pequeñito que me abraza todo el rato, y de ese otro que siempre había sido mi hermano gemelo, lo amase o lo odiase.
Y ahora, aunque busque la canción y la cante yo sola, aunque vuelva a tener voz y sea capaz de evocarla entera... ya no encuentro esa magia ascendente que me daba.
Se perdió en la ciudad de los ángeles, y no es para nada un paralelismo, ahora por fin entiendo, los ángeles nunca se llaman así.
Pero me seguiré aferrando al resquicio del tiempo, a la certeza del recuerdo, al mundo dentro del mundo... del que sé que tengo que salir. Porque si no le estaría mintiendo, y mi promesa fue ser sincera en las mentiras.
Aunque ya la haya roto mil y una veces, sé que tengo que soltar eso a lo que me aferro... y confiar, confiar en que me dejarán quedarme desde la inocencia.
Porque sé que sí... que esa mirada decía "te eché de menos".
Con qué facilidad olvido, pensaba mientras la sonrisa inundaba mi cara. Cómo había podido olvidar cómo me hacía sentir... sentir.
Y con qué facilidad lo recuerdo todo, susurraba mientras pensaba en todos los recuerdos almacenados en aquella pequeña sala donde pasábamos mañanas enteras tras noches sin dormir. Noches de fantasías y mañanas que alimentaban las de la tarde siguiente, noches que las exacerbaban, y así una cadena sin fin.
Sin fin... hasta que acababa. Pero era un final solo relativo, así que seguía siendo genial.
Codicio esos recuerdos, aquellos sentimientos, solo míos, más que nada. A ver, más que muchos otros.
Codicio cada abrazo de aquellos eternos, nunca voy a dejar marchar el olor, la sonrisa genuina que se pega a cualquier espejo.
Fue nuestro... siempre lo habrá sido.
Y aunque nadie entienda de qué, o de quién hablo, por qué ahora, y con qué sentido, yo sí lo entiendo todo.
Y si yo lo entiendo, lo demás da igual.
Porque sé que sí... que esa mirada decía "te eché de menos".
Y si la canción secreta me lleva allí, a los brazos de las personas que más quiero, voy a escucharla las veces que haga falta... para volver locas a las personas de esta odiosa casa.

¿Cómo estás, Layla?

¿Te sientes un poco más relajada en Londres?
Yo ahora estoy concentrado (¿concentrado?) en una montaña del norte para grabar nuestro disco.
La grabación está yendo bien, pero cada mañana nos hacen hacer footing, barrer...
(Yasu está muy cómico en chandal).
No entiendo por qué.
No sé si es debido a la vida sana que hacemos.
Pero creo que, en estos cinco días, he crecido un poco.
O quizá me lo parece.
Este local es propiedad de Gaia. Está bien equipado pero aislado; alrededor solo hay bosques y un lago.
Pero, de momento, no hemos visto a ningún paparazzi y estamos mucho más tranquilos que en Tokio.
Además, el aire es limpio y, por la noche, se ven las estrellas. Todo un lujo.
Yo, cuando veo algo que brilla, me acuerdo de ti.
No sé por qué razón. ¿Por qué será?
Tal vez no lo sepas porque estás en el extranjero, pero aquel escándalo ha ido creciendo y ahora incluso Yasu es blanco de los paparazzis.
Al igual que hicieron con Nana, han escrito cosas de su infancia y de su adolescencia manipulándolas de tal manera que parece que sea lo que aparenta ser. La gente le verá como a un mafioso (pero con chándal).
Pero tranquila. De su relación contigo no han escrito nada.
No sé si porque no lo saben o porque no han querido publicarlo.
¿Sabes, Layla?
Si tu me dijeras que te sientes sola, iría volando a Londres sin pensarlo un instante.
Por ti, iría a donde fuera.
Me conformaría con poder dar un poco de calor a tu cuerpo y a tu corazón.
Diciendo estas cosas, incluso parezco tierno y cariñoso, ¿verdad?
Sencillamente hablando, ahora mismo, para mí, no hay nada en el mundo más importante que tú.
Qué pensaré mañana no lo sé.
Ya sabes que soy inestable.
¿Sabes?, Layla...
Me he comprado un portátil...
...porque tenía prisa por gastar aquel dinero que me diste.
Y no quería gastarlo en algo que me beneficiara solo a mí.
Con este mismo razonamiento me compré la guitarra acústica.
Pero no soy tan romántico como para cantar en solitario donde tú no puedas escucharme.
Así que, de vez en cuando, te mandaré un correo electrónico como este.
Si te apetece, contéstame alguna vez.
Bueno, adiós. Hoy el cielo está despejado. Seguro que se verán las estrellas.

Shinichi Okazaki.

Y la próxima vez que pise esa ciudad...

tendré voz para cantarle cuánto la quiero.
Sea un invierno atroz como la última vez, verano, o tibia primavera.

Táctica de las tácticas disfrazada de hiperactividad

A ver si se dan cuenta de que esta casa, más que un infierno, es una maldita y recurrente pesadilla.

Porque, ¿sabeis?

No quiero ver cómo el más horrible mainstream destroza algo que quiero tanto.
Y, obviamente, porque me muero de ganas de pasar tiempo allí... y el tiempo, por mucho que lo odies, está en el verano.
Ah, y porque quiero pasar el verano allí, sin más :D

Está decidido.

Este verano, el verano del 2010, lo pasaré en Coruña.
Y será el verano del 10, eterno, y lo guardaré para siempre en una cajita de cristal.

Nota para el futuro 2:

Nunca jamás bailar con alguien a quien no soportas.
(El baile te hace dejarte llevar y hablar demasiado)

Nota para el futuro:

Puedes confiar en una pantalla.. hasta cierto punto.
Solo hasta cierto punto.

Obviamente, la entrada número 3000 nunca apareció.

Es mejor así, quiero pensar.
Para entradas importantes, con una ya basta.