domingo, 10 de enero de 2010

La verdad es que hasta que acabó la canción, no pude moverme.

Me echaba de menos, a mi energía constante y agotadora. Aunque resultase, eso, muy agotadora.
Se suponía que era un día feliz. Había nevado en Vigo, lo habíamos visto todos desde mi ventana.
Siempre lo recordaríamos, porque hacía 23 años que no nevaba en aquella ciudad. Parecía, casi, esa Navidad prometida en que se cumplían los sueños imposibles.
Si la veías desde fuera... claro.
Pero me relajé, no estaba triste. Seguro que después de otros 23, lo que recordaba sería haberme quedado inmovilizada ante el ventanal, la sonrisa a medio hacer. Y creciendo.
Además, esto iba a unirlos aún más, ya sabéis. Yo ya me encargaría de cobrarme mi parte cuando llegara, lo importante era asegurarse de atarlos bien con sentimientos.
Si alguna vez quería abrazarlos yo también, allí estarían. Estaba segura.
No me explicaba cómo podía haber soñado, aquella misma noche, con la misma nieve. Una pista de patinaje eterna, sin fin (ni siquiera en el tiempo), donde estaban todos. Los obvios, los más cercanos, los que llevaba eras sin ver, los que echaba de menos... de los que no quería no había ni rastro.
Un sueño en patines, porque no me los quité ni un segundo. Cuando desperté, pensé que era muy raro. Yo no solía tener esos sueños con sitio, y tiempo, y diálogos, como una historia.
Pero aquella noche sí. Y al día siguiente, era domingo, por supuesto. Nevó.
Decidí que a lo mejor no eran las Navidades ideales, pero que aun así habían sido especiales. Y no iba a dejar que un desengaño, ¡o diez desengaños!, me hicieran olvidar eso que la gente llama buenos momentos. Que para mí solo son reliquias aisladas, que ojalá pudiera recordar siempre.
Siempre me había visto acosada por los recuerdos, y sin embargo entonces entendí que hay que aprender a nadar en ellos, lo suficientemente cerca para que no se escapen para siempre, y sin hundirse, claro. Porque ahogan incluso más que el agua. A veces.
Llamadas de teléfono furtivas y a escondidas, ¡había casi olvidado tantas cosas!, parecíamos de nuevo lo que después de aquella semana santa, de aquel año mágico. Parecíamos todo lo que había precedido a la despedida... eterna despedida.
O un talismán codiciado por ambas, regalado y ahora en mi cuello. Porque a lo mejor no era solo yo la que intentaba atarme allí, a lo mejor ella también intentaba atarme...
Pero la realidad es que no estoy allí. Por mucho que ella quisiera darme, cada vez que me iba, para que me acordara de ellos, de su casa. A veces me dolía pensar que ese sitio donde me sentía más segura que en ninguno, nunca sería mi casa.
Pero así estaba bien. Ellas eran tan buenas, siempre me invitaban. Era como yo siempre había pensado que debía ser un hogar, siempre abierto a volver, con olor propio, con identidad.
Pero, ya no sé ni qué he escrito arriba, así que será mejor ir a cenar ya.
A veces solo quiero meterme en mi cama y olvidarme del mundo entre canciones, y a lo mejor alguna lágrima. A veces... quiero que todo se pare, para organizarlo y analizarlo todo como antes, presa del pánico, porque cada vez la sensación de que se me escapa el tiempo es más grande. Y da más vértigo.
Pero lo que quiero siempre, es estar allí, que sea verano, o que vuelva a ser navidad...
Quiero saltar de una vez la montaña horrible que es este curso, porque es como una pesadilla a contrarreloj, y esas siempre fueron las peores pesadillas, ¿verdad?
Pero no debo caer, tengo que ser fuerte. Por muy difícil que parezca, trillones de personas lo han hecho antes... eso significa que es fácil, mucho más fácil de lo que es para mí. Y me hace darme cuenta de que sí, soy frágil. Soy muy frágil. ¿Y qué?
Prefiero ser frágil... que lo que sea que sean los que no lo son. Pero la verdad es que ser así duele bastante. Solo espero poder soportarlo, y no cambiar solo para que sea fácil, como para ellos.
No quiero eso.
Parecía que las fiestas y la nieve eran el parón de tiempo que yo quería, y mira. No lo fueron... me puse enferma y no fui capaz de hacer nada. Sinceramente, no sé si por desidia o porque realmente fue difícil.
Y ahora tengo que seguir luchando por lo que quiero, y tengo pánico. No estoy preparada, ¡no me he preparado! Pude hacerlo pero no lo hice.
¿Cómo voy a perdonarme eso?
Tengo que encontrar una solución a esto. A todo. A mi cuerpo, a mi salud, a mis estudios, a mis ideas artísticas, a mis proyectos irrealizables y nunca realizados.
Tengo que bajar de las nubes. Porque las nubes se van a acabar en unos meses. No van a poder tapar el mundo como ahora.
Pero... pero cómo hago. Esto no iba a ser así. No iba a ser así. Y sí, seguramente es mi culpa, no me gritéis más.
Lo único que puedo decir en mi defensa es que quería ser feliz.
A lo mejor lo estropeé todo, pero por lo menos soy consciente de lo que hice y lo que tengo que hacer. No me dedico a dictar y criticar todo, como ellos. Aprovechando cualquier signo de debilidad para hundirme más.
Y sí, ya sé que debería ir a cenar. Y coger esa chaqueta. Si nevó, es obvio que hace frío, cambiad esa cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario