domingo, 26 de septiembre de 2010

Hoy me sentí sola.

Sola de verdad. Sola como cuando se te vacía el mundo y no puedes encontrar nada ni nadie a lo que agarrarte y todo se vuelve blanco... blanco, y en el medio tú.
Tan céntrica, tan alejada de todo y tan cerca de nada (es que no hay nada) te dejas llevar por el acoso del tiempo, que corre, ansioso, mientras tú estás allí, sola y perdida; te pierdes más.
No sabes por qué duele tanto en el pecho, en lo que es el núcleo de ti, pero sabes que la nueva herida va a ser tu compañera de viaje por la nada blanca. Hay muchos tonos de blanco, pero este es el blanco blanco: frío y estándar.
Fría, descubres que estás sola porque ya no quieres agarrarte a nada. Tu todo podría dejarte atrás sin problemas, piensas. Tu antiguo todo te hacía sentir entera algunas veces, lejana pero siempre unida, aunque fuera, a él. Ahora... se diluye. Suspiras, aire vacío, estándar. Tu todo es nada.

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