miércoles, 15 de septiembre de 2010

Weird

Era azulado y detonante, como una bomba expansiva. Tenía un tinte amargo hacia el final, pero, no sé, era como si aquello fuera la realidad "buena" por encima de cualquier otra. Tenía ganas de compartir contigo mi secreto, y, a veces, soñaba con llegar a tu lado y contártelo al oído a solas en tu habitación. Después imaginaba tu cara. Una cara ilusionada y sorprendida a la vez que triste, cansada como solo puede ser la tuya.
Estaba encerrada en aquella habitación más pequeña porque no quería salir y pensaba en ti, en qué harías. Seguramente estabas corrigiendo algún escrito sin sentido, de esos que te gustaban a ti, pensaba. Me agobiaba pensar tanto, ¿sabes?
Estabas muy lejos. Y no parecías cansado de estar lejos. Cuando halaba contigo te reías mucho, y cuando no, pues, no sé. A lo mejor también te reías mucho. Estabas tan lejos.
Soñaba con las vacaciones para despertarte saltando sobre tu cama blanca y grande. No sabía para qué necesitabas una cama tan grande para ti solo. Me acuerdo cuando te mandé a dormir al sofá con esa excusa. No parabas de reírte, de contestarme que durmiera yo en el sofá y te devolviera tu cama blanca, grande. Discutimos tanto que al final peleamos con almohadas y nos tiramos en la cama riendo y tratando de recuperar el aliento, mientras dábamos los últimos almohadazos. Al final yo me quedé dormida... y tú no te fuiste al sofá.
Pero al margen de la mañana siguiente, me robabas el portátil siempre que me ponía a escribir. La verdad es que odiabas que no te prestara atención. No lo entiendo. ¿Por qué ahora pareces tan feliz? Hace ya mucho que no hablamos y casi no me acuerdo de ti. Menos cuando me acuerdo. Entonces lo hago muchísimo. Es horrible, detonante.
Preferiría volver contigo. Te perseguiría al sofá... o a donde fuera.




No hay comentarios:

Publicar un comentario