sábado, 17 de octubre de 2009

Bajo las sábanas

Me gusta escurrirme bajo la sábana e ignorar el frío sintiendo la caricia del lino.
Mi mano roza mi pie, puedo verlo con los ojos cerrados, es precioso al tacto.
Asciende por mi talón, me estremezco sonriendo serenamente, llega a mi gemelo.
Se cambia de pierna.
Palpando el muslo, miro muy tranquila mi mano tostada. Mi piel parece preciosa desde aquí.
Sigo subiendo..
Una mano que no es mía rodea mi cintura y me estropea la diversión.
Me quejo, sonriendo excitada.
Al otro lado de la sábana, entre frágiles dobleces y sombras de blanco intuyo una sonrisa brillante y malvada.
Le doy la espalda, mis pies quieren jugar con la tela. Se me sube encima, deslizándose como un gato travieso (viva imagen de su sonrisa) y me agarra las muñecas, acodado a ambos lados de mi cuerpo.
Con delicadeza las coloca en su cara, nos miramos entre tonalidades de blanco.
Yo busco lo que creo.. es su boca, pero él ya encontró la mía en una caricia fría y suave.
La sábana separa nuestros labios, pero todo mi cuerpo reacciona.
Mi estómago da un vuelco, mis brazos suben como un fantasma de película para encerrar su cuello.
No puedo dejar de perderme entre las sábanas blancas.
Me busca con las manos irritado por el protagonismo del color blanco, pero yo me escondo, me vuelvo, me encojo y aferro a la sábana temblando muy tranquila.
Si me quita mi sábana, todo desaparecerá y me van a atacar todos los colores y las formas de golpe, tan rápido como creé mi sueño estaré de vuelta otra vez.
Como no quiero que se vaya, le dejo rodearme por fuera de la sábana y me relajo, así está bien.
Me palpo el vientre, mirando con los ojos muy abiertos.
Su sombra sigue ahí, riéndose de mí al otro lado. Sonrío escondida por la almohada y me retuerzo encantada, riendo perezosamente.
No siento más que yo y él, y cualquier otra cosa queda fuera de mi sábana, y por tanto no existe.
Como aquí el tiempo es amigo y vela por el encuentro no tengo angustia, ni miedo.
Y mientras no salga de entre mis sábanas, él seguirá siendo real, sus alas de plumas blancas, la causa de su risa clara.
Mientras no salga todo será blanco, y me perderé fascinada en sus sombras.
Hasta que no salga él seguirá conmigo, y sus caricias me harán querer salir de mi sábana.
Mientras resista su tentación él seguirá conmigo.
Y cuando me arranque la sábana con una sonrisa feliz que reclama un abrazo despertaré, y solo estaré yo, con mi chillona pared amarilla, y el caos que rodea mi destruído mundo blanco.
Me pasaré una mano por el pelo inexpresiva y me levantaré preguntándome cómo pude saber que acabaría así hace tanto, tanto tiempo.
Con una insulsa sonrisa, me preguntaré si además de ser la rosa negra, algún día encontraré al sol.
Y lloraré sobre las mismas sábanas retorciéndome de angustia, sintiendo cómo me abraza el torso susurrando palabras inteligibles en su odiosa lengua natal.
Ahora incluso dudo. ¿Estaré loca?

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