martes, 13 de octubre de 2009

Un monje arrancado del papel.

Echaba de menos la sensación de libertad en un aula que mezcla insulso azul con rosa cítrico.
Sentirme como en aquella salida, cogida del brazo de un hombre de estructura alterna.
Humillada por la sensación de estar junto a un adulto que fingía muy bien ser irresponsable, divertido al verme frustrada y enfadada.
Me gustaba, me sentía libre y segura, no había que llenar silencios y podía mirar sus ojos.
Y discutíamos.
Y me demostró que tenía razón. Y que yo no la tenía. Pero lo hizo con ironía, dándome un apoyo y quitándomelo después de golpe. Dejándome sola.
¿Qué haría estudiando esas oposiciones?
Buscar trabajo, claro. Pena no poder contar con él en un aula. Podía quedarse.
Un mes. Mejor tres. Creo que sería fascinante, cada clase.
Fascinada cada vez que me mirara y pensáramos en lo mismo, en los recuerdos de un día lluvioso en las Ramblas.
Quiero demostrarle que he cambiado, que soy inteligente y madura, que ya no soy solo lo que vio entonces, y que sigo bailando genial, y que no va a poder humillarme más.
Pero porque no me lo merezco.
Me costó darme cuenta de que el monje era él. De que soñaba con algo que ya conocía, que aquella historia no era más que un. No. Nada es nunca "solo" lo que es.
Las cosas son lo que son, y de ahí la genialidad de lo que son. De serlo.
No pierde la gracia en la cotidianeidad, lo siento, es de ahí de donde surge todo el encanto.
No pensar así, sería quitarle toda la magia a mi mundo.
No lo soportaría.
Y si Cobrin enferma por su culpa, no podré perdonarla. Ella no lo hará.
Pero volviendo a la historia, era un cuento de niña sonámbula, que buscaba lo perdido, una amiga, un amigo...
El sentido de las cosas. El arte.
Un cuento sin final.
Todavía no puedo dárselo. Me han regalado un poco de su tiempo, me lo han traído, voy a respirar ese aire contaminado de miradas directas, miradas vacías.
Que ardan los pulmones, adelante. No dejaré de sentirme bien por mirarle.

¡Oh, no!
Esto no es justo. No es nada justo. ¿De verdad voy a perderme dos días de pasillos transformables y clases de filosofía?
Ai, no, no.
Me dio un vuelco al corazón, por dentro, como cuando oyes una voz parecida a la suya.
Los corazones son mi nueva pasión. Reconoce que tienen un encanto sublime.
Si alguien encontrara estas hojas sería horrible, no entendería nada, tendría que desvivirme por explicarlo todo. Menos mal que son mías, son de nadie.
Menos mal que nadie va a venir a buscarlas y nunca sabrán ni un poquito de todo esto.

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