miércoles, 14 de octubre de 2009

Decisiones.

¿Por qué son tan importantes?
Porque pueden cambiarlo todo. Y no solo cambiarlo, es obvio que cada paso cambia las cosas.
Pueden llevarte a polos opuestos dependiendo de una u otra, puede transportarte a la vida más triste y monótona del universo..
O conducirte a tu sueño, a aquello que anhelas cada noche, cada sonrisa.
Pueden ser la decisión equivocada y brindarte suerte.
Pueden ser la acertada, la que moralmente considerarían correcta, y llevarte a una vida plagada de insulsas sonrisas.
O pueden llevarte al final.
Como si eligieras entre dos vasos bocabajo que esconden un proverbio chino escrito en el filtro de una colilla.
Podrías elegir el vaso vacío.. o lo que es lo mismo, podrías cerrarte la puerta para siempre a lo que más deseas en el universo. No a aquello que quieres un poquito por encima de cosas que también quieres. No, no.
A aquello que deseas tanto que en comparación el resto parecen ridículas hormigas al paso de una serpiente.
Solía obsesionarme con las decisiones. Me repetía todo esto cada vez que tenía que elegir, blanco o negro, china o japón. Tanto, tanto que me olvidaba de vivir.
Las vida se convertía en una constante indecisión. En dudas. Dudas, dudas por doquier.
Y era horrible.
Así que dejé de dudar. Sabía lo que quería. Así que decidí luchar por ello, y me aferré a mí misma convencida de que si nadie más lo hacía, yo misma me llevaría hasta donde quería ir.
Así que me dejé de dudas, de indecisiones.
Y es genial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario