miércoles, 21 de julio de 2010

Así que esto es lo que ve mi hermana todos los días.

Una habitación verde con cables por todas partes y un sol que lame paredes, haciéndolas brillar e inflamando de una manera muy natural cada pedacito de la sala.
Como el espacio entre la libertad y las cadenas de los estudios es tan sutil, debe pasarlo mal en los trámites entre un sitio y otro, pienso. Pero, por otra parte, quién no.
Tengo una hermana. Es muy aplicada, muy concisa, ¿sabes? Como si en cada momento de su vida estuviera haciendo algo útil y necesario sin pretenderlo. A mi lado, que soy muy difusa, parece casi una heroína. Aunque soy mayor, a veces me gusta fingir que soy su hermana pequeña y dejar que me mime con su actitud de "paso de ti". Me encanta molestarla, aunque mi hermana es una moneda de doble cara... y la cara b), es todo uñas, dientes, y la voz más estridente que he escuchado jamás.
A veces, cuando la oigo cantar distraída mientras hace otra cosa, me entran ganas de llorar. Tiene la voz más increíble... de toda la casa. Aunque no tiene mi juego con las palabras, lo tiene todo con esa voz limpia y aguda. Su voz es tan fácil. Pero fuera de comparaciones, que en realidad no significan nada, lo que importa, lo que atrapa, lo que me encanta es que su voz es preciosa.
Mi hermana vive en una cajita de cristal. Mis padres la construyeron para ella desde que nació, porque transmite casi tanto con su voz como con su llanto, y siempre lloró muchísimo. Así que hasta que se rompa tengo que cuidar esa caja, porque es invisible, para todos ellos, e intentar que la vean es muy difícil... llevo intentándolo desde que nació, también.
Aunque dentro de esa cajita, ella es todo materia prima de increíble calidad: sus ojos, su pelo, su voz, su tez; tan pálida. Para casi todo lo que hace tiene un don: para dibujar (tiene un talento genial, y no hace más que modelarlo y doblegarlo, lo que, si cabe, es mejor), para bailar (no tanto como su hermana, pero sí de un modo diferente y comparable), para tantas cosas.
El problema está en que además de su don con el dibujo, modela y doblega poco más. Baila cuando le apetece, escribe también, pero a su aspecto le dedica poco o nada de esfuerzo. Pero supongo que a su edad todos lo hacíamos. Yo, por mi parte, no consideraba la estética un arte. El resto, por la suya, supongo que no lo consideraba importante.
El caso es que mi hermana es la que lo modifica todo; yo, tengo el don para embellecerlo. Para mí la belleza no tiene por qué ser bonita. Puede ser incluso abrupta.
Pero me estoy desviando del tema: "mi hermana". La quiero tanto. Y la quiero lo que la quiero porque no puedo quererla más. Si llora, quiero llorar; si le pasara algo, querría morir.
Creo que la quiero como no quiero a nadie más en el mundo. No puedo evitarlo... el amor es libre, dicen. El amor lo hace la volubilidad del tiempo. Es la llave para viajar entre dimensiones. La clave secreta para acercarte todo lo que puedes al pasado, la pista que resuelve el jeroglífico de la razón de vida de todo aquel que vive.
Algunos quieren a su pareja; otros, deciden vivir por su mejor amigo; otros por la música, por sus padres; yo, por mi parte, de momento vivo por todos ellos, por lejos que estén, aún cuando su lejanía roce los límites entre la realidad y la imaginación, y, sin poder ni querer evitarlo... yo vivo por mi hermana pequeña.

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