martes, 18 de mayo de 2010

Secret Garden

Ahora entiendo perfectamente por qué te crearon... a ti y a tu mundo de anillos de regaliz.
Entiendo por qué necesitaba un lugar donde recrear su cabeza, a lo mejor... para no volverse loca.
Aun así yo podía ver que lo estaba, completamente. Veía que solo escribía por ti... y cómo lo hacía.
Para mí aquello era un universo desgarrado por posibilidades infinitas, un mapa roto para liberar las realidad de los valles y arriesgadas montañas que él solo podría dibujar.
Para mí aquello era el fruto prohibido, era, era... todos sabemos que, ya entonces, yo también estaba loca. De una manera muy extraña, muy decidida... me asusta hasta recordar lo decidida que estaba. Pero no como ahora.
¡No como ahora! Antes todo estaba fresco, fácil para la memoria, y cada respiración tuya no me hacía olvidarme de seguir caminando. Por aquel entonces todo era mucho más denso y más sutil, sí... a la vez, más interior.
Ahora la necesidad, el deseo asusta. Asusta de verdad. Saberme atada, sentirme atada...
¿Es que voy a vivir para seguir soñándote...? ¿Ni siquiera vas a darme la puñalada de libertad, no vas a dejarme despertar?
Sería una existencia ardua, vacía. Casi olvidada... Ni siquiera la veo. Pero esta quítala de la frase.
No todo es por ti. No todo. Casi todo. ¿Siempre casi...? Todo. No. ¡No!
Sí. Es inevitable. Lo que entiendo ahora, todo lo que siento, todo lo que sigo sintiendo... Lo que lleva dos años contorsionándose en alguna de las mazmorras de mi subconsciente, es solo por ti.
¿Por un jardín secreto? ¡¿Es que no habéis oído el "¡no!"?!
Eres mucho más que eso. No eres aquel jardín... aunque fuera divertido visitarte allí. Eres una cadena real, eres un personaje, ojalá te hubieran encerrado en un libro, menos mal que nadie lo hizo... tienes voz real. Tu voz... tampoco es la de aquella canción, ¿verdad?
Vamos. Contesta. Miénteme. Dime que eres mentira, que no existes, que eres humo, que nunca escribiste ni un solo verso, que tu voz... que tu voz también es mentira.
Rómpeme. Rómpelo todo. Porque si tú no lo haces... yo ya no sé cómo olvidarte.
No es que quiera hacerlo. No podría hacerlo.
¿Hacerlo?
No... siempre no.

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