martes, 29 de diciembre de 2009

Pop.

Y sucede así, de repente. Rodeada de lo que más quieres, te inundas por dentro. Pero incluso ella se deja inundar, inusualmente dócil. Tiene una sonrisa dulce, como de niña, de esas que casi nunca le veo últimamente, porque siempre me tiene que abrazar a mí. Una canción sublime en labios temblorosos que recuerda a la voz de un ángel, pero no, no me refiero a él. Ya no. A veces se me olvida cuánto la quiero. La quiero de verdad, muchísimo, y lo siento dentro... derritiéndose como plata de aquella contaminante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario