viernes, 19 de febrero de 2010

Cuando murió.

Cuando murió la realidad no quería creérselo y aullentaba al hecho de sus listas con los clásicos revuelos mediáticos distorsionadores, pero no sirvió de nada.
Aunque te tapes los oídos para no escuchar su sentencia, esta sigue sonando. Todo el mundo pudo oírla. Y después fue como un aullido del mundo, no me atrevo a pensar cuántos miles de llantos odiando, gritando a la realidad. Pobre realidad. ¿Qué culpa tenía ella?
Pero le había arrebatado a su dios del arte, y como evocando la tragedia del capricho de un dios griego, el mundo lloró.
Era verano, y el día bullía de esperanza e ilusión, hasta que... Aún recuerdo la primera imagen en un periódico. Un día ensayaba con su inquebrantable ánimo y su sonrisa viva, y al siguiente estaba muerto.
Muerto.
No, era mentira.
Y no. No era mentira.
Una pena, un dolor, una desilusión tan grande... Él había muerto. Parecía que su creación, su música y su escenario no conocían límites, pero otra vez la realidad se lo tragó todo.
Desde la muerte no se puede crear.
Aunque tuvo gracia, aún desde la muerte consiguió miles de millones de ventas de su último trabajo... e inundar el corazón de más miles de personas. Gente que no le conocía. Gente como yo.
Gente estúpida. Muy estúpida.
Gente que le recordará para siempre, que le querrá para siempre, a la que aún le duele horrores su muerte.
Quiero creer... que si digo I love you aún puede contestarme desde allá, donde esté.
"I love you too"



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