martes, 2 de febrero de 2010

Los hilos de luz.

Los hilos de luz estrangulan y nadie los ve. Nadie puede pararlos. Lo único capaz de asesinar a la luz es más luz, sea pura, sea clara, sea mentira.
Si te amenaza un hilo de luz... no tienes más remedio que pasarte la vida intentando brillar más que él o conseguir olvidarle.
Solo si le olvidas podrás seguir tu camino, porque se cansará de ti, y ya no tendrás que dejarte morir en sus brazos de asfixia.
La angustia es física, pero nunca te olvides de que la provocan hilos de luz. Hay que saber verlos, de lejos, pero si se te acercan demasiado y solo te parecen superficialmente atractivos, huye.
Pero cuanto más los recuerdas, más ventaja tienen en la carrera. Así pues, ¿cómo huyes?
Querido lector, ese es un misterio, ya, hasta para mí.
Lo importante es mirarse al espejo. Y saber verse, saber que no hay ningún hilo que pueda igualar tan siquiera la belleza de tu cuerpo, mirarte a los ojos y prometerte que estarás ahí siempre.
Y sonreír. Algún día, alguien te besará y te arreglará la sonrisa, aseguras.
No la romperá más y más, como ahora. Solo será un beso, pero lo cambiará todo.
Hilos de luz, hilos de luz... no dejes que aten tus sueños. No te olvides de que son tóxicos hasta para ellos, que también los sueños pueden romper.
Espántalos, cuéntales que son efímeros, que son todos iguales, diles que te devuelves una sonrisa rota en el espejo y que es por su culpa, diles que son asesinos.
No lo soportarán... oh, vamos. Están hechos de luz.

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