martes, 2 de febrero de 2010

Risa rota

...a la sombra de un beso.
Una figura desgarbada, como italiana, otra muy pequeña, supongo que su frágil y anguloso cuerpo invita a quererla levantar.
Ella solo quería algo imposible con lo que poder soñar eternamente, y un fruto prohibido que alimentara sus fantasías allá arriba, desde el árbol. Así, se decía, si nunca lo probaba, y si nunca encaraba sus ilusiones, la desilusión estaría muerta para siempre.
No la volvería a dejar resurgir, se juraba. Muerta, susurraba, para siempre, en un sollozo.
Era todo cortado, eran fragmentos cambiantes, era rápido y a veces desigual, pero eran sus manos las que la tocaban sin cuidado, en la inocente improvisación que, aún soñando, la volvía loca.

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